sábado, 5 de marzo de 2016

“A HORTÊNSIA” de Thiago de Mello (De Campo de Milagres, 1998)

A HORTÊNSIA

Tenho uma égua que se chama Hortênsia.
Corrijo: não é minha, é da mulher,
que me reparte a vida, pobre dela,
um tempo que já sabe a eternidade.
O nome dela não faz louvação
à deusa do basquete nacional.
Nasceu de mãe chamada Margarida.
Sucede que há uns bons meses, a Hortênsia,
que nada tem de raça, não cresceu
nas haras de Itatiba, apareceu
de estado interessante, ainda tão nova.
Quem é o pai do lindo cavalinho
que vai chegar? Ora quem vai saber,
tantas são as caboclas mal crescidas,
que sequer sabem quem as floresceu.
Confesso que não sei a duração
da gestação de um feto de cavalo.
A barriguinha dela está danada
de redonda e descida. Acostumada
ao capinzal da várzea, as folhas tenras,
faz dias que mal prova do farelo
misturado com sal. E o que é pior,
tem dois cavalos que andam de olho nela.
Trato de protegê-la, vai ser mãe.
Até de nome cuido. Se for macho,
vai atender só pelo sobrenome
de certo amigo amado, se for fêmea
vai ser chamada de Violeta, poltra
atravessando o vento do meu rio.
A Hortênsia gosta de acordar cedinho.
Eu chego junto dela, digo vamos,
vem te banhar comigo, ela me espia,
estou sendo sincero, ela me espia
com os olhos oblíquos, agradece
a carícia que invento em suas crinas
e vem comigo, sei que vem contente,
enquanto sobre a areia nossos passos
escrevem um caminho de amizade.
Thiago de Mello, Campo de Milagres, 1998.


A HORTENSIA

Tengo una yegua que se llama Hortensia.
Corrijo: no es mía, es de la mujer
que comparte mi vida, pobre,
un tiempo que ya conoce la eternidad.
Su nombre no es por alabar
a la diosa del baloncesto nacional.
Nació de su madre llamada Margarita. 
 
Pasa que hace unos meses, Hortensia,
que no tiene nada de pura raza, no creció
en las yeguadas de Itatiba, apareció
en estado interesante, siendo aún tan joven.
¿Quién es el padre del lindo caballito
que va a llegar? Quién va a saberlo ahora,
siendo tantas las mulatas apenas crecidas,
que ni siquiera saben quien las hizo florecer. 
 
Confieso que no sé la duración
de la gestación de un feto de caballo.
Su barriguita está condenadamente
redonda y baja. Acostumbrada
al pasto de la vega, a las hojas tiernas,
hace días que apenas prueba el salvado
mezclado con sal. Y lo que es peor,
hay dos caballos que le tienen echado el ojo. 
 
Trato de protegerla, va a ser madre.
Hasta del nombre me preocupo. Si fuera macho,
responderá al apodo
de un amigo muy querido, si fuera hembra
se llamará Violeta, potra
atravesando el viento de mi río.

A Hortensia le gusta despertarse tempranito.
Yo llego junto de ella, digo vamos,
ven a bañarte conmigo, ella me observa,
lo aseguro, ella me observa
de soslayo, agradece
la caricia que invento en sus crines
y se viene conmigo, sé que viene contenta,
puesto que nuestros pasos sobre la arena
escriben un camino de amistad.
Thiago de Mello, Campo de milagros, 1998.
(Versión de Pedro Casas Serra)

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