sábado, 30 de junio de 2018

Un nuevo Pigmalión

UN NUEVO PIGMALIÓN


Era un viejo poeta en su morada

describiendo a la diosa de su amor,

belleza que se entrega sin temor

con dulce arrobamiento en la mirada.


Pero el poeta no tenía nada,

era solo amasijo de dolor,

árbol que troncha el viento en su rigor,

herida abierta al sol por una espada.


La pluma del poeta, con esmero

dibujaba los rasgos de su musa

desde su ardiente fe y su desespero,


cuando de forma real aunque confusa,

sintió de flores un olor primero

y luego un beso de rozar ligero.


Pedro Casas Serra (24-10-2014)

viernes, 29 de junio de 2018

Baucis y Filemón

BAUCIS Y FILEMÓN


¿Veis esos viejos árboles

junto a esa antigua casa,

que uno de otro delante

sus ramas entrelazan?


De un tocón milenario

tilo y roble nació,

otrora los ancianos

Baucis y Filemón.


Generosos con todos,

con todos bondadosos

perduran a la par.


Unidas sus raíces,

a todos nos bendicen

y juntos morirán.


Pedro Casas Serra (12-10-2014)

jueves, 28 de junio de 2018

Cídipe y Aconcio

CÍDIPE Y ACONCIO


Pensando está Aconcio un día

en Cídipe, la beata,

y cómo su amor podría

lograr sin meter la pata.


Aconteció que venía

al templo la mojigata,

de Artemisa, y la seguía

sierva poco literata.


A pies de la analfabeta

hace rodar un membrillo

con un escrito estribillo.


Y la ama por la cateta:

“Por Artemisa lo juro:

A Aconcio mi amor más puro”.


Pedro Casas Serra (11-10-2014)

miércoles, 27 de junio de 2018

Atalanta e Hipómenes

ATALANTA E HIPÓMENES


La corredora Atalanta

a galán menos veloz

asesinaba feroz

en menos que un gallo canta.


A Hipómenes la garganta

le queda casi sin voz

cuando con ritmo precoz,

Atalanta lo adelanta.


Pero el avispado mozo

para frenar la maroma

le arroja de oro una poma.


Y así, con inmenso gozo,

ella la manzana toma…

¡Y con su pan se lo coma!


Pedro Casas Serra (10-10-2014)

martes, 26 de junio de 2018

Endimión

ENDIMIÓN


¡Shsss! No le despertéis, es el bello Endimión

que en la cueva de Latmos duerme un sueño perenne.

Al contemplarlo un día, seducida, Selene

le visita de noche para hacerle el amor.


¿Veis cómo resplandece su cara iluminada

por la luz de su amante que suave le acaricia?

Con tanta juventud, con tan bella sonrisa

no hay otro como él en el bosque de Caria.


Desnudo entre la paja que forma su camastro

es tan lindo su cuerpo, es tan pura su tez,

sus labios son tan tersos, tan pequeños sus pies,

tan amplia su prestancia cuando se muestra echado,


que de andar por los montes apacentando ovejas

Selene le eligió para engendrar estrellas.


Pedro Casas Serra (07-10-2014)

lunes, 25 de junio de 2018

Los siete sabios de Grecia

LOS SIETE SABIOS DE GRECIA


En el pronaos del templo que en Delfos tiene Apolo

había una inscripción en la que figuraban

de los sabios de Grecia las frases más famosas:

“Mejor moderación” -Cleóbulo de Lindos.

“De nada con exceso” - Solón, hijo de Atenas.

“No quieras lo imposible” - El de Esparta, Quilón.

“La mayoría, malos” - Bías, nacido en Priene.

“En la confianza el riesgo” - Tales, el de Mileto.

“Escoger el momento” - El corintio Periandro.

De esta manera, aquellos que iban a rezar

al de los ojos glaucos y los cabellos rubios,

leían los mensajes de siete hombres ilustres

para aprender a obrar el resto de sus días.


Pedro Casas Serra (06-10-2014)

domingo, 24 de junio de 2018

Anaxárete

ANAXÁRETE


¿Quién es esta mujer que aparece inclinada

en la estatua que de ella se conserva en el templo?

Es la bella Anaxárete, del linaje de Teucro,

que en la guerra de Troya fue lancero de Ayax.


Princesa fue chipriota que con crüel desdén

- en sus Metamorfosis así lo cuenta Ovidio -

despreció al pobre Ifis, humilde pastorcillo

que al no obtener su amor se colgó de un dintel.


Satisfecho su orgullo, la infatuada Anaxárete,

para que el mundo entero su triunfo observase

el día del entierro al balcón se asomó.


Y acercándose el féretro, ella quiso avanzarse

para mirar curiosa el cuerpo de su amante...

Y en piedra convirtiose su duro corazón.


Pedro Casas Serra (05-10-2014)

sábado, 23 de junio de 2018

Los hiperbóreos

LOS HIPERBÓREOS


En el norte del norte hay un país

donde la gente vive eternamente

a Apolo dedicando libaciones,

sin discordia, vejez ni enfermedad.


Allí todos son bellos, altos, rubios

y entre música y danzas, esperando

el regreso del dios en el invierno,

pasan los días en total jolgorio.


Pero dicen también que algunos hay

que hastiados de placeres y delicias,

tras celebrar extraordinario ágape


- risueños, coronados y bebidos -,

se arrojan desde lo alto de una roca

para ponerse fin: Nada en exceso.


Pedro Casas Serra (01-10-2014)

viernes, 22 de junio de 2018

Voy a contaros una historia triste

VOY A CONTAROS UNA HISTORIA TRISTE


Era Hero y Leandro dos amantes

a los que separaba el Helesponto.

Leandro, por unirse con su amada,

a nado lo cruzaba cada noche.


En la ventana de su torre, Hero

una luz colocaba para leandro.

Pero estalló una noche una tormenta,

la luz no vio Leandro y se ahogó.


Su cuerpo arrojó el mar días después

y loca Hero al verlo, se dio muerte.

¡Pobres amantes, no se merecían


que tuviera su amor tan triste fin!

Mas yo ya os avisé desde un principio,

no culpéis a los dioses de su mal.


Pedro Casas Serra (29-09-2014)

jueves, 21 de junio de 2018

Eos

EOS


Cuando Selene desplegó su manto

reinó el silencio sobre el mundo todo:

ríos, bosques, montañas, atendían

que por oriente apareciese Eos.


¡Bella mujer de párpados de nieve

que abandonando el lecho de su cónyuge

Titón, sale al Océano y se eleva,

en sus rosados dedos una antorcha!


Ella a Memnón, su amado hijo, busca,

quien con Príamo a Troya fue a lidiar

muriendo a manos del valiente Aquiles.


¡Pobre mujer, trastabillando huye,

inconsolable va y son sus lágrimas

lo que los hombres llaman el rocío!


Pedro Casas Serra (26-09-2014)

miércoles, 20 de junio de 2018

Las trenzas

LAS TRENZAS


¡Con mis cabellos haré unas trenzas

y con ellas columpio pa que te mezas!


Entre las pajas anda el nacío,

¡mi niño hermoso, mi Jesús mío!

¡Corre, mi niño, deja el apaño,

que los malvaos van a'cer daño!


Ríen los peces, bailan las flores

al amorcito de mis amores.

Que lleva un aro, todo bonito,

sobre sus rizos por sombrerito.


¡Con mis cabellos haré unas trenzas

y con ellas columpio pa que te mezas!


Vente deprisa, vente pa'quí,

que con sonrisa te recibí.

¡Mi niño hermoso, mi Jesús mío,

como un perrito nada en el río!


No quieras rosas, no quieras trigo,

ninguna cosa lleves contigo.

Más ligerito irás andando

mientras los pájaros siguen cantando.


¡Con mis cabellos haré unas trenzas

y con ellas columpio pa que te mezas!


Pedro Casas Serra (29-05-2014)


martes, 19 de junio de 2018

Encàrrec

ENCÀRREC


Visquem, puix que som vius, dols i plaers.

I no pensem que hi ha cap Faç Immensa

a l'hora greu de l'última partença.”

JOAN VINYOLI


Aquests exemples

trets de la vida dels pastors de fa mil anys

no em serveixen.

Quan em mori no vull un funeral religiós.


Ni vull esquela al diari,

prefereixo que creguin que segueixo viu,

penso que això m'allargarà la vida.


Hem quedat doncs que les exèquies siguin civils.


No aviseu a ningú

sinó a aquells que he vist els darrers dies.

Aquests de segur que em troben a faltar.


Que no hi hagi parlaments, si de cas un de curt al final

en què es donin les gràcies per venir.

Quin compromís pels qui parlin en públic:

si t'estimen, els costaran les paraules;

si no et coneixen, no valen la pena.


Cançons sí que en voldria però ben alegres,

tres musicals estaria bé,

espero que vingui la coral si encara hi canto.


Les meves cendres - perquè vull ser incinerat -

llenceu-les en un camí de Collserola

com jo vaig fer amb les de la meva mare.


Pere Casas Serra (24-05-2014)



ENCARGO


Vivamos, puesto que estamos vivos, penas y gozos.

Y no creamos que hay una Faz Inmensa

en la hora grave de la última partida.”

JOAN VINYOLI


Esos ejemplos

sacados de la vida de los pastores de hace mil años,

no me sirven.

Cuando muera, no quiero un funeral religioso.


Ni quiero esquela en el diario,

prefiero que crean que estoy vivo,

pienso que esto me alargará la vida.


Convenido está entonces: que mis exequias sean civiles.


Que no haya discursos. En todo caso, uno corto al final

para agradecer la asistencia.

Qué compromiso para quienes hablan:

si te quieren, les cuestan las palabras;

si no te conocen, no valen la pena.


Canciones sí que me gustaría pero alegres,

tres musicales estaría bien,

espero que vaya la coral si aún canto.


Mis cenizas - porque quiero que se me incinere -

esparcidlas en un camino de Collserola

como hice yo con las de mi madre.


Pedro Casas Serra (24-05-2014)

lunes, 18 de junio de 2018

A Joan Vinyoli

A JOAN VINYOLI


Mira'm la cara encesa

de sàtir vell. Quina vinosa

color de vida molt viscuda,

ja no recuperable.

JOAN VINYOLI


Tu aleshores

- com jo ara -

no estaves massa segur de res.

Perquè els anys

t'havien fet claudicar

de massa coses,

primer de tot del cos

i sense cos

on s'aguanta tot?


Creiem que érem feliços

quan només érem joves.

¿Ara que vivim de les engrunes

ens hem fet assenyats?

Només som vells.


Per això m'agraden

els teus versos

i el que dius. Els versos

perquè amb els anys

has après a dir-los

ben bonics, el que dius

perquè encara

et mous a les palpentes i en això

em sembles més honrat que molts.


Per què seguir parlant?

De jove - quan et vaig conèixer -

et veia com un home gran, gastat, humil,

preocupat de fer les coses bé.

De vell, m'he adonat

que eres un home savi.


Pere Casas Serra (16-05-2014)



A JOAN VINYOLI


Mírame la cara encendida

de viejo sátiro. Qué color

vinoso de vida muy vivida,

ya no recuperable.

JOAN VINYOLI


Tú entonces

- como yo ahora -

no estabas demasiado seguro de nada.

Porque los años

te habían hecho claudicar

de muchas cosas,

en primer lugar del cuerpo,

y sin cuerpo,

¿dónde se asienta todo?


Pensábamos que éramos felices

cuando éramos solo jóvenes.

Ahora que vivimos de las migajas,

¿nos hemos vuelto sensatos?

Solo somos viejos.


Por eso me gustan

tus versos

y lo que dices. Tus versos

porque con los años

has aprendido a hacerlos

muy bonitos, lo que dices

porque todavía

andas a tientas y en eso

me pareces más honrado que muchos.


¿Para qué seguir?

De joven - cuando te conocí -

te veía como un hombre mayor, gastado, humilde,

preocupado por hacer bien las cosas.

De viejo, he descubierto

que eras un hombre sabio.


Pedro Casas Serra (16-05-2014)


domingo, 17 de junio de 2018

Els meus morts

 

ELS MEUS MORTS


Qui és, però, que no va ser invitat

i compareix de sobte a la impensada,

com un que s'equivoca?

JOAN VINYOLI


Jo de nit parlo amb els meus morts.

Uns vénen tranquils, altres aïrats.

No expliquen grans coses sinó les més trivials:

com han passat el dia, com han dormit avui,

què faran demà.

Després ens acomiadem fins al proper somni.


És d'allò més normal,

en els meus somnis, els meus morts estan més vius

que molts vius.


Pere Casas Serra (24-04-2014)



MIS MUERTOS


¿Quién es aquel que no ha sido invitado

y comparece ahora, de improviso,

como quien se equivoca?

JOAN VINYOLI


Yo por las noches hablo con mis muertos.

Unos vienen tranquilos, otros airados.

No cuentan grandes cosas sino las más triviales:

cómo pasaron el día, cómo durmieron hoy,

qué van a hacer mañana.

Luego nos despedimos hasta el próximo sueño.


Es de lo más normal,

en mis sueños, mis muertos están más vivos

que muchos vivos.


Pedro Casas Serra (24-04-2014)

sábado, 16 de junio de 2018

¡Salud, niños!

¡SALUD, NIÑOS!


Érase una vez un niño que no se lavaba los dientes. ¿Para qué? - decía.

Pero pasó el tiempo y cada otoño un diente le caía.


Ya de viejecito, solo un diente le quedaba

que con gran esmero limpiaba y limpiaba.


Y así, muertecido – cuando en la caja estaba -

su único diente… ¡brillaba, brillaba!


Moralej@: O de joven limpi@, o fe@ de viej@.


Pedro Casas Serra (08-04-2014)

viernes, 8 de junio de 2018

"RECORD D’UNA VISITA (GENER DE 1977)" de Enric Sòria (Arqueologia, 2012)

RECORD D’UNA VISITA (GENER DE 1977)

No m’ho esperava gens. Ella cantava
una cançó de Cohen i em va besar de sobte
i vam seguir besant-nos molta estona
com revivint uns versos de Catul
que cap dels dos encara coneixíem.
Després, jo ja sabia que en acabar la nit
fariem l’amor tots dos, sense perquès.
La vesprada era llarga i berenàrem
i anàrem al cinema, amb els companys de curs,
i més tard a sopar, i férem una copa
i vàrem parlar molt d’això i d’allò,
i ella em mirava, i comentàvem, tots,
d’esma el sentit del film, i la política,
les cançons de protesta, la llengua postergada,
les gràcies de Fellini i la mitologia
(me’n recorde de tot: hi sóc, ara mateix,
en aquell bar perdut, amb l’aplom impossible
de qui sap que, en el fons, els jocs són fets,
sostenint la mirada mentre em crema per dins).
I la nit va arribar a poc a poc
amb una indiferència irreverent
i ens vàrem quedar sols.
Va ser llavors la primera vegada
que vaig saber que un cos ho aboleix tot,
l’esperança, el neguit i la memòria,
el temps i la recança de ser sempre el mateix,
com un regal que enclou a dins la torna
d’una condemnació: la capsa de Pandora
oberta en carn, en ànsia, en tremolor
dels alens a l’uníson, música innominada
que no s’atura mai, que desconeix la mida
perquè la carn vol carn, i aquesta fam,
un colp s’ha despertat, no s’apaivaga.

Va ser llavors, llavors i allà, que el món
deixà de ser senzill de colp i volta.

 Enric Sòria (Arqueologia, 2012)



RECUERDO DE UNA VISITA (ENERO DE 1977)

No lo esperaba. Ella cantaba
una canción de Cohen y me besó de pronto
y seguimos besándonos mucho rato
como reviviendo unos versos de Cátulo
que ninguno de los dos todavía conocíamos.
Después, yo ya sabía que al acabar la noche
haríamos el amor, sin porqués.
La tarde era larga y merendamos
y fuimos al cine, con los compañeros de curso,
y más tarde a cenar, y tomamos una copa
y hablamos mucho de esto y lo otro,
y ella me miraba, y comentábamos, todos,
rutinariamente el sentido de la película, y la política,
las canciones de protesta, la lengua postergada,
las gracias de Fellini y la mitología
(me acuerdo de todo: estoy, ahora mismo,
en aquel bar perdido, con el imposible aplomo
de quien sabe que, en el fondo, las cartas están jugadas,
sosteniendo la mirada mientras me quema por dentro).
Y la noche llegó despacio
con una indiferencia irreverente
y nos quedamos solos.
Fue entonces la primera vez
que supe que un cuerpo arrasa con todo,
la esperanza, la desazón y la memoria,
el tiempo y el pesar de ser siempre el mismo,
como un regalo que incluye la vuelta
de una condenación: la caja de Pandora
abierta en carne, en ansia, en temblor
de alientos al unísono, música innominada
que no se detiene nunca, que desconoce la mesura
porque la carne quiere carne, y esta hambre,
una vez despierta, no se calma.

Fue entonces, entonces y allí, cuando el mundo
dejó de ser sencillo de repente.

 Enric Sòria (Arqueologia, 2012)
(Versión de Pedro Casas Serra)

jueves, 7 de junio de 2018

"L’ÚLTIM ESTIU DE LA QUIETUD" de Enric Sòria (Arqueologia, 2012)

L’ÚLTIM ESTIU DE LA QUIETUD

A Josep Piera, que viu aquesta terra.

Degué ser al voltant de 1974,
quan passàvem, els meus pares i jo,
estius inacabables vora l’hort
-que acabàrem venent, molts anys després,
i que llavors mon pare treballava
diexant-hi el lleu i el cor de sol a sol-,
en una casa sense electricitat
ni aigua corrent, amb pou, figuera i parra,
i hamaques a les nits per contemplar
la vasta meravella de les constel.lacions.
Tot just tenia setze anys, i potser creia
amb recel que el futur era tan ampli
i tan inaferrable com el món.
Llavors jugava sol, anava en bicicleta,
m’ignorava i em proposava reptes
sense sentit, i per això inflexibles,
pels llargs camins de terra, rostos i pedregosos
que els tractors esbotzaven jorn a jorn
com la pell d’una serp torrada al sol.

Hi havia una baixada de desnivell abrupte
que de sobte acabava en un revolt tancat
entre marges de pedra alçats a plom.
Cada dia buscava aquest revolt
com la presa afamada busca l’ham.
La bicicleta anava accelerant,
primer de mica en mica, després en una ràfega
de vent. Els tarongers crepitaven al sol
com una flama verda de cobejós metall
i se sentien de lluny cançons de llauradors.
De colp, una urgència de vol s’ho enduia tot.
Ja no es podia frenar sobre la grava
i la prudència i la temeritat
bruscament s’anul.laven en l’impuls.
Calia jugar a fons, sense pensar-s’ho gens,
abatre’s just en el moment precís,
entre l’aire i la pols, dreçar-se en el centre mateix
i deixar que la inèrcia, vertiginosament,
complira a dreta llei la seus part del pacte.

No sempre me n’eixia. Alguna volta
vaig rodolar per terra o contra els rocs.
Alguna volta em vaig fer mal de veres.
Però insistia, un dia rere l’altre,
com una prova sense jutges ni públic,
sense motiu ni qualificacions.
Senzillament perquè tot era allà:
el revolt del camí, la llum enfebradora,
l’aire batent als polsos o l’ànsia de saber
si és que n’era capaç. Sentia la duresa
del manillar cromat, el séc creixent del dubte,
la levitat del vol, el goig de l’equilibri
i la pura harmonia d’una dansa instantània
ingràvida i secreta, oferida a ningú.
La plena perfecció del moviment
il.limitat, com un univers propi.

En acabant, tornava cap a casa,
ferit o il.lés, per les altes costeres,
i mirava la vall com si jo fóra un altre
-sentia que era bella i que en formava part-
amb un estrany ferment d’exultació
que apaivagava un punt l’incertesa de fons
que m’obligava a aquesta tenaç, inútil
i gloriós ritual d’iniciació.

Molt enllà del camí, hi havia la ciutat
i el futur, cada dia una mica més pròxims
i a penes entrevistos, com un tel,
amb la vaga aprensió que ha de sentir
el viatger que albira, des de lluny,
el lloc on ha de viure, obrint-se davant seu
amb una vastedat desconeguda.

 Enric Sòria (Arqueologia, 2012)



El ÚLTIMO VERANO DE LA QUIETUD

A Josep Piera, que vive esta tierra.

Debió ser alrededor de 1974,
cuando pasábamos, mis padres y yo,
veranos inacabables junto al huerto
-que acabamos vendiendo, muchos años después,
y que entonces mi padre trabajaba
echando el bofe y el corazón de sol a sol-,
en una casa sin electricidad
ni agua corriente, con pozo, higuera y parra,
y hamacas por las noches para contemplar
la vasta maravilla de las constelaciones.
Apenas tenía dieciséis años, y quizá creía
con recelo que el futuro era tan grande
y tan inasible como el mundo.
Entonces jugaba solo, iba en bicicleta,
me negaba y me proponía retos
sin sentido, y por eso inflexibles,
por los largos caminos de tierra, empinados y pedregosos
que los tractores despachurraban día tras día
como la piel de una serpiente tostada al sol.

Había una bajada de desnivel abrupto
que de repente acababa en una curva cerrada
entre márgenes de piedra levantados a plomo.
Cada día buscaba esta curva
como la presa hambrienta busca el anzuelo.
La bicicleta iba acelerando,
primero despacio, después en una ráfaga
de viento. Los naranjos crepitaban al sol
como una llama verde de codicioso metal
y se oían a lo lejos canciones de labriegos.
De pronto, una urgencia de vuelo se lo llevaba todo.
Ya no se podía frenar sobre la graba
y la prudencia y la temeridad
se anulaban bruscamente en el impulso.
Había que jugar a fondo, sin pararse a pensar,
agacharse justo en el momento preciso,
entre el aire y el polvo, levantarse en el centro mismo
y dejar que la inercia, vertiginosamente,
cumpliera en buena ley su parte del pacto.

No siempre salía bien. Alguna vez
rodé por tierra o contra las rocas.
Alguna vez me hice daño de verdad.
Pero insistía, un día y otro,
como en una prueba sin jueces ni público,
sin motivo ni calificaciones.
Sencillamente porque todo estaba allí:
la curva del camino, la luz febril,
el aire batiendo en los pulsos o el ansia de saber
si era capaz. Notaba la dureza
del manillar cromado, el filo creciente de la duda,
la levedad del vuelo, el gozo del equilibrio
y la pura armonía de una danza instantánea
ingrávida y secreta, no ofrecida a nadie.
La plena perfección del movimiento
ilimitado, como un universo propio.

Al acabar, volvía a casa,
herido o ileso, por las altas costas,
y miraba el valle como si yo fuera otro
-sentía que era bello y que yo formaba parte-
con un extraño fermento de exultación
que apaciguaba un poco la incertidumbre de fondo
que me obligaba a este tenaz, inútil
y glorioso ritual de iniciación.

Muy lejos del camino, estaba la ciudad
y el futuro, cada día algo más próximos
y apenas entrevistos, como detrás de una gasa,
con la vaga aprensión que tiene que sentir
el viajero que divisa, a lo lejos,
el lugar donde ha de vivir, abriéndose ante él
con una vastedad desconocida.

 Enric Sòria (Arqueologia, 2012)
(Versión de Pedro Casas Serra)