FELIZ, INSUPORTAVELMENTE
Para Mario
Benedetti, hermano
Aos
poucos a luz perde o resplendor.
O
rio sabe a sangue, e ninguém sabe.
É
a derradeira chance de me ver
pela
primeira vez inteiro: cara a cara.
Simplificar
prefiro. Por que hesito
em
revelar as águas escuras
que
me percorrem, essas onde moram
peixes
cinzentos, srdos, que me sabem?
Dizer
me basta que não cometi
o
pecado pior do homem:
o
de não ser feliz (O juízo é de Borges,
que
era cego, mas descobriu a rosa
escondida
no coração da moça.)
Vi
o fundo de um lago de esmeraldas.
Eu
fui feliz, insuportavelmente.
As
desgraças que duras me feriram
nada
foram (contando a de existir)
ao
lado dos milagres que vivi,
dos
mágicos momentos que inventei.
Não
é preciso ir longe. Numa noite
de
ardente primavera eu viajei,
abraçado
aos cabelos desvairados
que
me ensinavam o cântico dos cânticos,
pelo
mar dos espaços siderais.
Voltei
intacto. Parece que passaram
eternidades.
Sozinho agora sou:
perante mim,
ou entre mim
e a noite que me chama,
espaço
em que mal cabe o que escondi.
E
mais de meio século de festa,
de
lágrimas, de assombro, de ternura,
inútil
se resume na fagulha
fugaz
do tempo em que meu ser total,
resíduo
de memórias, já se adere
—
imperceptível —
ao
silêncio noturno da floresta.
Thiago de Mello, De
uma vez por todas,
1996.
FELIZ,
INSOPORTABLEMENTE
Para Mario
Benedetti, hermano.
Poco a poco la luz
pierde su esplendor.
El río sabe a sangre,
y nadie sabe.
Es la última
oportunidad de verme
por primera vez entero:
cara a cara.
Prefiero simplificar.
¿Por qué vacilo
en revelar las oscuras
aguas
que me recorren, esas
donde viven
peces grises, sordos,
que me conocen?
Me basta decir que no
cometí
el peor pecado del
hombre:
no ser feliz (La frase
es de Borges,
que era ciego, pero que
descubrió la rosa
escondida en el corazón
de la muchacha.)
Vi el fondo de un lago
de esmeraldas.
Yo fui feliz,
insoportablemente.
Las desgracias que
duras me hirieron
nada fueron (incluida
la de vivir)
al lado de los milagros
que viví,
de los mágicos
momentos que inventé.
No es preciso ir muy
lejos. En una noche
de ardiente primavera
yo viajé,
abrazado a los cabellos
desordenados
que me enseñaban la
canción de las canciones,
por el mar de los
espacios siderales.
Volví intacto. Parece
que pasó
una eternidad.
Ahora estoy solo: ante
mí,
o entre yo y la noche
que me llama,
el espacio en que
apenas cabe lo que escondí.
Y más de medio siglo
de fiesta,
de lágrimas, de
asombro, de ternura,
se resume inútil en la
chispa
fugaz del tiempo en que
mí ser total,
residuo de memorias, ya
se adhiere
— imperceptiblemente
—
al silencio nocturno de la selva.
Thiago de Mello,
De una vez por todas, 1996.
(Versión de Pedro
Casas Serra)