viernes, 30 de abril de 2021

A Ricardo Serna

A RICARDO SERNA


¿Hay ciruelos en flor, quedan violetas?

ANTONIO MACHADO


Ricardo, compañero,

¿sonríe la mañana

en ese cielo añil al que has llegado

saliendo de tu tierra? En esta plaga

de la pandemia, nos vendrá el invierno

tan gélido y amargo, ¡no se acaba!


¿Lucen en tus riberas

árboles, verdes alas?


¿Campos de primavera están quizás

llenos de flores entre las retamas?


¡Cómo nos gustaría ver el día

en que finalizara esta amenaza!


¿Te acogen dulces sueños

cuando vas a la almohada

y el sol resplandeciente

con su aliento te llama?


Por nuestros andurriales

no repican campanas.


Ya no hay niños corriendo

ni lindas chicas llenan las terrazas,

ni personas que van a sus negocios

con ilusión de abrir, ni muchachada

que en los colegios siga la lección.


¿Dices versos de amor? ¿Tejes guirnaldas?


Ángeles sanitarios, atenciones

por esta Covid, bajo batas blancas,

nos prodigan. Ricardo, compañero,


¿oyes alegre el canto de las hadas?


Con las primeras luces

y los primeros versos de tu alma,

en la mañana azul, desde lo alto

del alto azul, déjanos tu mirada...


Pedro Casas Serra (05-11-2020)


* Este poema sigue la estructura del poema

A José María Palacio”, de Antonio Machado.


 

jueves, 29 de abril de 2021

Covid-19. Un sueño

 

COVID-19: UN SUEÑO


En una guerra, un soldado entra en una ciudad y mata a toda la gente que encuentra a su paso; entra en una casa, mata a sus moradores, y en la última habitación, encuentra a un niño pequeño al que hunde una daga en el pecho dándole por muerto. Pero el niño, que no está muerto, creyendo que es un juego, se saca la daga y se la clava al soldado en el corazón. Mueren los dos abrazados.


Pedro Casas Serra (27-10-2020)

miércoles, 28 de abril de 2021

El cura sana (Recuerdos durante el confinamiento)

 

EL CURA SANA


Yo nací muy cabezón, tanto, que al sacarme a pasear en el cochecito, cuando le preguntaban a mi madre el tiempo que tenía, todo el mundo se sorprendía de lo grande que estaba para mi edad.


Sería porque la cabeza me descompensaba haciéndome perder el equilibrio, que, cuando empecé a andar, me caía a menudo y me hacía muchos chichones. Entonces, yo me ponía a llorar como es lógico, pero mi madre tenía un remedio absoluto: me soplaba donde me dolía, me besaba allí, y me cantaba: Cura sana, cura sana, patita de rana, si no te curas hoy, te curarás mañana.


Pedro Casas Serra

martes, 27 de abril de 2021

Natalia y Grazalema (Recuerdos durante el confinamiento)

 

NATALIA Y GRAZALEMA


Natalia era una amiga de mi madre que yo trataba durante las vacaciones, porque veraneaba como nosotros en Lloret de Mar. Ella pasaba muchos días en cama, y a mí me dijeron que padecía la enfermedad del sueño porque la había picado la mosca tse-tse. Yo fantaseaba con ello, que la convertía para mí en un ser extraordinario.

Cuando iba a visitarla, Natalia me recibía acostada en su dormitorio, donde yo me sentaba a los pies de su cama y ella me contaba unas historias bellísimas que no eran sino los argumentos de óperas que había visto.

Natalia era para mí como un hada buena. Cuando a su marido, un empresario importante, se le descubrió una amante, sintió él tal vergüenza que se metió en su coche de donde permaneció sin que pudieran sacarle de allí durante varios días.


*


Grazalema era una señora que veraneaba, como nosotros, en Lloret de Mar. Supongo que sería socia del Club Náutico, donde se reunían las veraneantes para jugar al bridge todas las tardes de la semana mientras sus maridos estaban en Barcelona trabajando. Ellos venían solo a pasar los fines de semana.

Un verano, Grazalema organizó un espectáculo infantil que se celebró en el cine del pueblo. Durante las días previos vi como se preparaban cuidadosamente los disfraces que se habían de utilizar en el acto. Conservo una fotografía en que se ve un grupo de niños sobre el escenario vestidos de escoceses. Aún guardo el gorro de mi disfraz.


Pedro Casas Serra, Recuerdos durante el confinamiento, 04/06-2020.

lunes, 26 de abril de 2021

Las tres Marías (Recuerdos durante el confinamiento)

 

LAS TRES MARÍAS


Se llamaban Marilín, Marité y Maribel. Eran tres jóvenes preciosas que se habían conocido en una residencia para señoritas de Barcelona y poco después habían decidido alquilar juntas un piso para disfrutar de mayor independencia.


Marilín y Marité habían terminado la carrera de Derecho y sacado una oposición a Letradas de la Seguridad Social siendo destinadas a la delegación de Mutualidades Laborales de Barcelona, por lo que se habían trasladado a vivir allí, pues Marilín era hija de un funcionario de la Comisaría de Abastos de Alicante y Marité de un pequeño empresario de Elche.


Maribel era hija de un empresario de Valencia, de donde había marchado tras finalizar un noviazgo, escapando de una madre posesiva y con la intención de acabar sus estudios e independizarse. Estudiada Derecho y trabajaba como administrativa también en Mutualidades Laborales.


Las tres disfrutaban de su libertad para salir con quien quisieran y usaban de distintos métodos para atraer a los jóvenes: Marilín era muy expresiva y abría mucho los ojos, Marité movía los hombros y apartaba la larga cabellera de su cara y Maribel subía y bajaba continuamente la cremallera de su jersey.


Tenían un sistema para alejar a los moscones que las importunaban. Si recibían a uno en su salón, entraba una y decía: ¿Sabéis dónde he dejado las píldoras? Y las otras dos le contestaban: Sobre todo no te olvides de tomarla.


Casi al mismo tiempo, Marilín se ennovió con José Antonio, un muchacho de Teruel profesor de Formación Profesional; Marité con Manuel, un ingeniero hijo de un coronel de la Guardia Civil que yo le había presentado por haber coincidido en un curso de ESADE; y Maribel conmigo que entonces trabajaba de abogado en una constructora.


Las tres parejas nos lo pasamos muy bien en el aquel piso del barrio de Gracia y con poca diferencia las tres nos casamos. Entonces todos éramos muy felices.


Pedro Casas Serra, Recuerdos durante el confinamiento, 04/06-2020.

domingo, 25 de abril de 2021

Victoria (Recuerdos durante el confinamiento)

VICTORIA


Victoria es mi hermana, dos años mayor que yo. Cuando vivíamos en Madrid, yo iba a un colegio de los hermanos de la Doctrina Cristiana (Nuestra Señora de las Maravillas) y ella a un colegio de monjas francesas, Soeurs de Saint Joseph de Cluny, que radicaba en un viejo palacete de La Castellana, muy cerca de la calle General Martínez Campos donde vivíamos.


Victoria era una niña simpática, lista y habilidosa. Por aquel tiempo tenía doce años y se había inventado un himno que cantaba a menudo: “Viva yo, viva yo y mueran todos los demás”. No sugiero que fuera egoísta, no, solo que era muy vitalista, le gustaba exprimir la vida al máximo.


En su colegio, mi hermana caía muy bien a todas las monjas y yo me beneficiaba de ello. Una vez al año organizaban, en los jardines del caserón, una feria con diferentes puestos de atracciones, que era una pasada, y un día a la semana, proyectaban una película, con una vieja cámara de 8 mm., en el salón del edificio -que también hacia de capilla y de sala de actos. A mí, como un favor especial, me permitían asistir rodeado de niñas y de monjas.


Como he dicho, Victoria era muy apreciada por las soeurs, por eso la nombraron presidenta de las Hijas de María, la congregación mariana del colegio. Con motivo de una festividad y como presidenta, Victoria tenía que leer un discurso y terminar con el lema: “Antes morir que pecar”. Se lo preparó a conciencia y al finalizar el acto, desde el estrado, tras leer su discurso, con toda la solemnidad requerida, gritó a pleno pulmón: “Antes pecar, que morir”.


Pedro Casas Serra, Recuerdos durante el confinamiento, 04/06-2020.


 

sábado, 24 de abril de 2021

El Doctor Cónil (Recuerdos durante el confinamiento)

EL DOCTOR CÓNIL


Lloret de Mar fue mi paraíso en la tierra. Cuando llegaban las vacaciones de verano, mi madre nos recogía a mi hermana y a mí en Madrid y, tras pasar por Barcelona y cerrar el piso, nos íbamos con mi hermana mayor y la criada, en el coche de tío Miguel, a Lloret de Mar, un pueblo de la Costa Brava, donde alquilábamos cada temporada una casa del pueblo en que pasar los cuatro meses que duraban entonces las vacaciones de verano.


Lloret era un pueblo precioso con una gran playa de arena gruesa y otras pequeñas calas entre rocas y pinos. Tenía una iglesia con una cúpula de azulejos de colores que relucían al sol, y una población que se repartía entre pescadores y agricultores. Por las mañanas, los hombres arreglaban las redes en la playa; por las tardes las mujeres sacaban la silla a la puerta para hacer encaje de bolillos; y al anochecer salían las barcas a pescar.


También estábamos los veraneantes, en su mayoría de Barcelona, que íbamos a pasar el verano. Algunas familias de veraneantes eran propietarias de torres con jardín situadas en el paseo frente a la playa o en la rambla; otras, como nosotros, alquilaban casas del pueblo. Todos nos conocíamos, pues muchas de nuestras madres, de niñas, habían estudiado internas en un colegio que una orden de monjas francesas tenía a la salida del pueblo.


Lloret tenía también un cementerio muy bonito lleno de hermosas tumbas de indianos, hombres del pueblo que se habían ido a hacer las Americas y regresado tras haber hecho fortuna allí.


Las mañanas bañándonos en la playa, largas siestas, excursiones en bicicleta por los alrededores y alguna película en el cine del pueblo, con butacas de madera, los fines de semana: así se nos pasaba el veraneo.


Nunca más he querido volver a Lloret, que se ha convertido en una ciudad llena de hoteles, apartamentos y turistas borrachos que vomitan sobre las aceras por la noche.


De pequeño, oí contar que en Lloret vivía un tal Doctor Conill (apellido catalán que se lee cuníll y significa conejo), que era de los más ricos del pueblo y tenía una masía en sus alrededores. Como el tal doctor considerara que su apellido no sonaba lo suficientemente bien para su posición social, decidió cambiárselo por Cónil, y así lo hizo, informando de ello a sus sirvientes. Una noche, en que se encontraba cenando en casa con un grupo de amigos, el masovero de su finca, muy alterado, entró al comedor gritando: ¡Doctor, doctor, la jaula se ha abierto y se han escapado todos los cónils!


Pedro Casas Serra, Recuerdos durante el confinamiento, 04/06-2020.



 

viernes, 23 de abril de 2021

Milagros (Recuerdos durante el confinamiento)

MILAGROS


Cuando yo era pequeño, Milagros me sentaba sobre sus rodillas y me contaba cuentos. Trabajaba en casa de mi madre. Era gallega, de una aldea próxima a Barco de Valdeorras, provincia de Ourense, y desde muy joven se había puesto a servir para ayudar en la economía de su familia. Era buena, fuerte, trabajadora e inteligente.


Luego, cuando la emigración española a Europa en los 60, se fue a trabajar a Suiza, en casa de la familia de un médico, su mujer y sus hijos. Eran católicos y vivían en una torre ajardinada de un pueblecito próximo a Zurich.


Durante un verano hice un intercambio con uno de sus hijos. Él estuvo un mes con nosotros en Lloret de Mar y yo otro en su casa de las cercanías de Zurich. Allí solo se cenaba té y tarta de manzana. Suerte tuve de los chorizos que Milagros se había traído de su pueblo.


Siempre que Milagros venía a España nos venía a ver, aprovechando la visita a una hermana casada que tenía en Barcelona.También lo hacía después de jubilarse. En una de estas visitas, supo que yo me había separado y me dijo que cómo no se lo había dicho, y se ofreció para venir a cuidarme.


De jubilada, Milagros, con la pensión que recibía de Suiza, se fue a vivir a su pueblo. Siempre me decía que fuera a verla, que pasara unos días en su casa, pero nunca encontré el momento de hacerlo.


Milagros me llamaba siempre por Navidades para felicitarme las fiestas. Un año que no lo hizo, la llamé yo. Se puso un hermano suyo:

- ¿Milagros? Milagros falleció hace unos meses. Gracias por llamar, ella se hubiera alegrado mucho de oírte.


Pedro Casas Serra, Recuerdos durante el confinamiento, 04/06-2020.


 

jueves, 22 de abril de 2021

Polo (Recuerdos durante el confinamiento)

 

POLO


De niño, viví en Madrid entre los seis y los doce años. Mi padre, tras arruinarse, se marchó allí para intentar rehacer su maltrecha economía y también su vida, pues se había separado de mi madre.


Cuando tenía yo seis años, mi padre nos llevó a mi hermana Victoria y a mí a pasar con él las vacaciones de verano y, acabadas estas, nos retuvo con él. Tras negociar mis padres a través de sus abogados, acordaron que nosotros pasaríamos el curso con mi padre y las vacaciones con mi madre, Así que yo viví con mi padre, mi tía Rosita y mi hermana, los cursos escolares hasta los doce años en Madrid.


Ser hijo de padres separados, en la España franquista en que no existía el divorcio, no era nada habitual, por lo que yo me sentía un bicho raro y en el colegio religioso en que estudiaba, y procuraba ocultarlo a mis compañeros, más aún después de que un profesor, que me ayudó mucho en mis estudios, me aconsejara, con la mejor de las intenciones, que mejor de eso no hablara con ellos porque podía perjudicarme.


Yo era un niño introvertido al que no se le daba bien el fútbol, capaz de marcar goles en la propia portería. Los recreos los pasaba solo. Bueno, solo no, en compañía de mi amigo Polo. En el colegio, entonces nos llamábamos por el apellido: yo era Casas y él era Polo. Polo era un niño canijo, algo tirado para delante, según se aprecia en las fotografías que se tomaron con motivo de mi primera comunión, pues su angelical cabecita aparecía entre sus hombros casi sin cuello.


Polo y yo, durante los recreos en el patio del colegio, nos entreteníamos fantaseando que éramos príncipes que vivíamos en palacios construidos con piedras preciosas, y que nos rodeaban servidores que atendían nuestros menores caprichos, entre riquezas fastuosas. Polo y yo nos construimos un mundo en el que éramos felices.


Pedro Casas Serra, Recuerdos durante el confinamiento, 04/06-2020.

miércoles, 21 de abril de 2021

El Sr. U (Recuerdos durante el confinamiento)

 

EL SR. U


Durante la guerra civil española, mi abuelo buscó para sus hijas un lugar donde residir lejos de los bombardeos aéreos que asolaban Barcelona, y, teniendo él su despacho en Barcelona y su fábrica en Vic, encontró a medio camino un lugar adecuado en una urbanización de casitas de veraneo llamada La Llobeta (La Lobita).


Allí, cada hija, acompañada solo de sus hijos, puesto que los maridos estaban en el frente, ocupó una casita. Mi madre, que había perdido a su primer esposo en uno de los bombardeo de Barcelona, vivía en una de ellas junto con mis dos hermanos, muy pequeños, fruto de su primer matrimonio.


Vivía allí también, ocupando varias casitas, la familia del Sr. U. El Sr. U, que era viudo, había sufrido durante la guerra la muerte de varios de sus hijos, militares de profesión, de manera que allí estaban solo el Sr. U, sus hijas y sus nietos. De hecho, el Sr. U, la mayor parte del tiempo, era el único hombre en toda La Llobeta.


Un día, sonó la sirena que avisaba de los bombardeos y, como no había un refugio antiaéreo a donde ir, todo el mundo buscó un lugar donde resguardarse como mejor supo. Pasado el peligro, se reunieron todos menos el Sr. U. El Sr. U no aparecía por ninguna parte. Todos, muy preocupados, buscaban al Sr. U. Por fin apareció, resulta que, al oír empezar a sonar la sirena, el Sr. U había echado a correr montaña arriba y no había parado hasta llegar a la cima.


Pedro Casas Serra, Recuerdos durante el confinamiento, 04/06-2020.

martes, 20 de abril de 2021

Daira (Recuerdos durante el confinamiento)

 

DAIRA


En una época difícil de mi vida, aconsejado por mi tío Miguel que había sido cazador, me compré una perra de la raza Springer Spaniel, blanca con manchas de color hígado y grandes orejas colgantes que se agitaban con encanto cuando corría, a la que llamé Daira. Durante once años, Daira y yo no nos separamos nunca, pues iba conmigo a todas partes. A través de ella conocí mucho mejor la naturaleza y la sabiduría con que dota de instinto a los animales.


En una ocasión, encontrándome en el Rincón de Ademuz, un enclave valenciano en la provincia de Teruel, donde había ido a ver a mi hija Escarlata que convalecía de una hepatitis en un balneario, como las visitas a mi hija me dejaban tiempo libre, aparqué el coche en el arcén de la carretera y me adentré con Daira en el bosque. A Daira la volvían loca estos paseos. Mientras que yo procuraba seguir algún camino, ella, que iba suelta delante de mí, se desplazaba en zigzag oliéndolo todo, de manera que recorría tres veces más terreno que yo. Llevábamos mas de una hora caminando cuando el cielo empezó a nublarse y a amenazar tormenta. Daira se puso muy nerviosa, por lo que le puse la correa para volver juntos al coche. Tan pronto le puse la correa, Daira empezó a tirar con mucha fuerza de mí y repasando cada piedra, cada árbol y cada matorral, deshaciendo exactamente el camino que había hecho a la ida, me llevó sano y salvo al coche antes de que empezara a llover.


En otra ocasión, encontrándonos acampados en la Costa Brava, nos bañamos en el mar y al llegar la noche, nos metimos los dos en la pequeña tienda con cubeta que para dormir había traído. Al poco rato, fui despertado por Daira que, muy agitada, quería salir de la tienda. Yo no la quería dejar salir, y ella que sí... y yo que no..., así estuvimos un buen rato. Finalmente, el pobre animal llegó a un punto que, no pudiendo aguantarse más, expulsó todo lo que llevaba dentro, probablemente a causa de la indigestión que le había provocado tragar agua del mar durante el baño. No es necesario decir que yo fui quien tuvo que limpiar todo después.


Pedro Casas Serra, Recuerdos durante el confinamiento, 04/06-2020.

lunes, 19 de abril de 2021

Tota ti tota (Recuerdos durante el confinamiento)

 

TOTA TI TOTA


Los diarios han dejado de publicar en portado el número de afectado y el de muertos por el coronavirus. Me preocupa, pues pienso que esto, o es porque son muchos o es porque los números no son fiables.


Hasta ayer, en España habían muerto unas 8.000 personas por el coronavirus. Dicen que el confinamiento está dando sus frutos, que disminuyen los positivos, positivos que hasta ayer alcanzaban a unos 86.000. Supongamos que, con los no diagnosticados, hubiera 10 veces más positivos: 860.000, y que el índice de mortandad sea de un 3'5 %. Entonces, los fallecidos pueden llegar a ser unos 30.000 (21.000 mayores de 70 años, el 70%, y 9.000 menores de esa edad, el 30 %). Hemos de esforzarnos entre todos en reducir esa cifra al máximo.


Me acuerdo de un chiste que oí hace muchos años: Habían muerto el guapo y el listo de una familia, y el que quedaba, un poverello, un "hijo de la Fortuna", cuando le daban el pésame, contestaba: "Tota ti tota... Tota ti tota..." Pues eso: "Tota ti tota".


Pedro Casas Serra, Recuerdos durante el confinamiento, 04-06-2020.

domingo, 18 de abril de 2021

L'avi Alsalsiga (Recuerdos durante el confinamiento)

 

L’AVI ALSALSIGA


Antes la gente vivía menos. El último de mis abuelos murió cuando yo tenía 12 años. Mi madre decía a menudo: Porque l’avi (el abuelo) Alsalsiga por aquí..., porque l’avi Alsalsiga por allá... Hasta que un día le pregunté: Mamá, yo sabía que tenía un abuelo Casas y un abuelo Serra, pero ¿quién es este abuelo Alsalsiga? Pues quién quieres que sea, me contestó: Tu abuelo “al cel sigui” (en el cielo esté).


Yo veía a mi abuelo como un señor muy serio, muy mayor, pero no siempre había sido así. Mi madre decía que de joven había sido muy de la broma y que junto con otros jóvenes de su edad se dedicaban a gastar bromas pesadas a la buena gente del campo de su pueblo, que por entonces parece que no eran muy largos.


Una vez pusieron un barril con arenques en la puerta de un comercio y como un labriego les preguntara para qué servía aquello, le dijeron que era muy buen producto, que si lo plantaba pronto vería como le producía buenos frutos. El hombre compró un ejemplar y, un tiempo después, volvió por allí para quejarse de que, habiéndolo plantado, aún no le había salido nada. ¿Como lo plantaste? -le preguntaron. Y el hombre, cogiendo un arenque por la cola, se lo enseñó. ¡Hombre, claro -le contestaron-, lo has ahogado!


En otra ocasión, mi abuelo y sus amigos pusieron un rótulo en la puerta de una imprenta que decía: “Se enderezan jorobas”. Un pobre contrahecho entró por si tenía remedio. Rápidamente lo estiraron bajo una prensa, y a medida que esta iba bajando, el hombre les preguntaba: ¿Seguro que quedaré recto? Y ellos le contestaban: Más recto que un cirio.


Pedro Casas Serra, Recuerdos durante el confinamiento, 04/06-2020.

sábado, 17 de abril de 2021

Nuri (Recuerdos durante el confinamiento)

 

NURI


Estos días me he acordado de una historia.


De pequeño, veraneábamos en Lloret de Mar, en la Costa Brava. Mi madre era amiga de la madre de Nuri. Nuri era una chica quince años mayor que yo, alta, morena, simpática, cariñosa, que practicaba el buceo, hija de un empresario farmacéutico.


En verano, con motivo de la Virgen del Carmen, en Lloret se organizaba una procesión marinera hasta una ermita de la cercana cala de Santa Cristina. Un grupo de muchachas, cada año distintas, le llevaba a la virgen una ofrenda de flores, y cada muchacha iba acompañada de un niño a modo de paje. Nuri fue ese año una de las muchachas y me eligió a mí como su paje. Naturalmente quedé emocionado y prendado de ella. (Yo era un niño que caía bien entre las mujeres: madres e hijas me hacían objeto de sus atenciones. Sería por mi candor o porque sentían por mí algo de lástima, pero esa es otra historia.)


Pasaron los años, dejamos de veranear en Lloret y de Nuri solo supe que se había casado con un turista sueco de una familia riquísima que hasta era propietaria de una isla y tenía un tío que era el Primado católico de Suecia. También supe que regentaban una posesión en la selva brasileña donde incluso tenían animales salvajes.


Pasaron más años y un día mi madre me dijo que Nuri, que se había separado de su marido y vivía en Barcelona, tenía ganas de vernos y nos invitaba a merendar.


Vivía en un piso grande de una vieja casa sin ascensor, en una calle tranquila del barrio de Gracia.


Cariñosa como siempre, nos presentó a sus dos hijas, rubias como ángeles. Mi madre y ella estuvieron hablando de recuerdos comunes; yo era demasiado joven para intervenir en la conversación.


Acabada la merienda, Nuri nos enseñó una vajilla que había pertenecido al zar Nicolas II y una carpeta llena de litografías de Picasso.


Tengo más historias, pero, al morir mi madre, se rompió mi vínculo con su mundo, y recordar me produce melancolía.


Pedro Casas Serra, Recuerdos del confinamiento, 04/06-2020.

viernes, 16 de abril de 2021

 

SI


No siempre las cosas salen bien.

Nos esforzamos, lo hacemos lo mejor posible.

Escuchamos a los expertos, corregimos los fallos.

Pero no siempre salen bien.

Buscamos razones, culpables, explicaciones, justificaciones.

Pero no.

Confiemos, hablemos, compartamos, comprendamos, esperemos.

Siempre.


Pedro Casas Serra (29-03-2020)

jueves, 15 de abril de 2021

 

SUENA UNA GUITARRA...


Suena una guitarra

y suena dolida.

Por los arrabales

de mi fantasía

se pasea el alma.


Pedro Casas Serra (25-01-2020)

miércoles, 14 de abril de 2021

Pregó nadalenc

 

PREGÓ NADALENC

Veniu amigues, amics,
que el Nadal ja és ací!


Formem tots una rotllana
per encerclar la mançana.


Vestirem les millors prendes
que ens facin semblar fatxendes.


Mengem ous i botifarra
mentre duri aquesta farra.


Qui diu que manca el torró?
Preneu-lo amb moderació.


Celebrem la poesia
que ens uneix més cada dia.


Qui sap que serem demà,
avui el Gran Capità.


Les festes passen de pressa
mentre dura la travessa.


Calentets com ara estem
anem plegats a Betlem.


Diuen que es nat un nadó
tan eixerit i bufó. 

Pere Casas Serra (2019-12-15)


PREGÓN NAVIDEÑO


¡Amiga, amigo, venid,

la Navidad ya está aquí!


Formemos una sardana

para abrazar la manzana.


Vestid las mejores prendas,

pareceremos fachendas.


Traed vino y butifarra

para que dure la farra.


Que no nos falte el turrón

pero con moderación.


Cantemos la poesía

que nos une cada día.


Otros no sé que serán

pero yo el Gran Capitán.


Las fiestas pasan deprisa

mientras dura la sonrisa.


Pues nos sentimos tan bien

vayámonos a Belén.


Dicen que ha nacido un niño

espabilado y lampiño.


Pedro Casas Serra (2019-12-15)

martes, 13 de abril de 2021

Indigestión

 

INDIGESTIÓN


A Pascual López Sánchez


En un lugar u otro del planeta

ocurre cada día una catástrofe

lluvias inundaciones terremotos

nos acompañan en el telediario


Es algo habitual y nuestra pena

es genérica caras desconocidas

que cumplen con la cuota

diaria de desgracias

Mostramos sentimiento

pero superficial

forma parte del día dura poco

una nueva noticia viene a sustituirlo


Pero dicen el nombre de un lugar conocido

y unos rostros nos vienen a la mente

y nuestra pena pasa a ser específica

la rueda del destino se ha parado cerca


Y la preocupación se hace concisa

la desgracia se encarna

no son rostros sin nombre los que sufren

sino seres queridos conocidos.


Seguramente es egoísmo pero

no es posible evitarlo

Y nos movilizamos ¿Estáis bien?

¿No os ha ocurrido nada?


Si finalmente llega la respuesta

las aguas regresan a su cauce

la vida sigue el desayuno

no se nos indigesta.


Pedro Casas Serra (14-09-2019)

lunes, 12 de abril de 2021

Mi árbol

 

MI ÁRBOL


Yo tenía

un árbol verde

un árbol verde

un árbol que crecía

que crecía

mi árbol

Un día lo cortaron

mi árbol

Y yo sueño

en mi árbol

verde

que crecía

crecía.


Pedro Casas Serra (27-08-2019)

domingo, 11 de abril de 2021

Clara

 

CLARA


A Clara Bernabé, “clara fuente”


Cual aire que circula sin tropiezos

y el cielo azul de un a en primavera;

cual agua que discurre entre los brezos

y la voz de los niños sin frontera.


Cual la noche estrellada de verano

y el color de las prendas infantiles;

cual la luz de los cuadros de Tiziano

y el sonido de antiguos campaniles.


Cual al hablar destaca el que es ilustre

y como se describe al honorable;

cual el valor de un toro de buen lustre

y la sinceridad más encomiable.


Cual enseña de todo lo vivido,

así, Clara, tu nombre y su sentido.


Pedro Casas Serra (25-05-2019)

sábado, 10 de abril de 2021

Yule

 

YULE


Para Carlos Alberto Gallardo Chambonnet, “gallnnet”


Yo celebro de los padres la grandeza

de vivir respetuosos de los bosques,

recolectando los frutos primerizos

bendecidos por su esfuerzo y su dolor.


Niño Sol, que permaneces en la noche

y nos tienes olvidados en tu sueño,

resplandece nuevamente, te pedimos,

brilla alto en tu fulgor, besa la tierra.


Recordamos los momentos de alegría

que bebíamos el néctar que dorabas

en las vides, y los frutos que en los árboles

aumentaban de tamaño y de dulzor.


Bailaremos de contento a tu llegada

rodeando el viejo roble que persiste

de los tiempos ancestrales, gozaremos

de tus rayos retozando por la hierba.


Con hogueras encendidas te llamamos,

surge ya en el horizonte, ven de nuevo,

atraviesa la abertura que en tu hogar

construimos para ti, para tu luz.


Son ya muchas las jornadas transcurridas

entre sombras, entre vientos, entre fríos,

resucita, te imploramos, vuelve a casa.

De nosotros, por favor, ten compasión.


Pedro Casas Serra (04-12-2018)

viernes, 9 de abril de 2021

Tanatología

TANATOLOGÍA


En una noche sin luna,

de verano,

pueden verse en el campo

miles de luciérnagas

e innumerables estrellas en el cielo.

Si una de ellas desapareciera

no se notaría,

brillarían igual el cielo y la tierra.


La vida es una llama

que con la muerte se apaga

pero mientras arde

puede prender otras llamas

e incluso provocar incendios.


Pedro Casas Serra (11-07-2018)

jueves, 8 de abril de 2021

A orillas del Arlanzón (El Cantar de BurgosIII)

A orillas del Arlanzón


El río viene cantando para aquel que tiene oído,

aunque sea musitando te juro que lo he sentido;

habla de quien va esperando, habla de quien se ha perdido,

no sé cómo ni hasta cuándo pero lo he comprendido.


Rememoro de Gentilis la ternura

bajo la fronda que el curso perseguía

y atesoro en mis recuerdos con usura

la belleza indescriptible de aquel día.


El río viene contento besando las dos orillas,

seguro del sentimiento de amor de las dos Castillas;

da de beber al sediento, riega los huertos y villas,

da alegría al pensamiento, calma a las gentes sencillas.


Nuestros cuerpos abundaban la ventura

de confundirse en la hierba que crecía,

abandonada a la dicha su cordura

volaban besos, palomas de armonía.


Río que sigues pasando y pasando seguirás,

sigue los campos lavando hoy y por siempre jamás;

acompáñanos bailando los días que tú querrás

y despídenos llorando cuando no nos veamos más.


Pedro Casas Serra (02-07-2018)

miércoles, 7 de abril de 2021

Eneas y Creusa (El Cantar de Burgos II: Los medallones del patio)

Eneas y Creusa


Aquí canto a Eneas, héroe troyano,

que encendida Troya por las griegas teas,

Anquises a cuestas y Ascanio en la mano,

a su padre e hijo libró de peleas,

fundando en el Lazio el pueblo romano.

Pero ten presente, lector que me leas,

que siempre el recuerdo va para quien amas:

su querida Creusa, muerta entre las llamas.

 

Pedro Casas Serra (02-07-2018)

martes, 6 de abril de 2021

Paris y Helena (El Cantar de Burgos II: Los medallones del patio)

Paris y Helena


¿Por qué tuviste, Helena, que dejar a tu esposo

Menelao, rey de Esparta, tras írsete la olla

al ver al bello Paris, causando tan penoso

conflicto entre los griegos y el derrumbe de Troya?

Pero, gracias a ti, Homero, fastuoso

aedo, elaboró la Ilíada, esa joya

donde dioses y hombres, en combate reunidos,

alcanzaron la gloria, triunfantes o vencidos.

 

Pedro Casas Serra (02-07-2018)

lunes, 5 de abril de 2021

Demofonte y Filis (El Cantar de Burgos II: Los medallones del patio)

 

Demofonte y Filis


Te uniste a Demofonte, Filis, princesa tracia,

y al decirte que se iba a Atenas de visita

prometiendo volver, temiendo una desgracia,

con objetos sagrados le entregaste una arquita.

Nueve veces bajaste al puerto a mirar hacia

el horizonte mar sin cumplir él su cita.

Tú muerta, abrió la arquita y un espectro salió

y al caer del caballo, por su espada murió.

 

Pedro Casas Serra (02-07-2018)

domingo, 4 de abril de 2021

Protesilao y Laodamia (El Cantar de BurgosII: Los medallones del patio)

 

Protesilao y Laodamia


Candorosa Laodamia, poco duró tu gozo,

que el día de tu boda, sin culminar los ritos,

a la guerra de Troya se marchó aquel gran mozo,

Protesilao tu esposo, en pos de nuevos hitos.

Lastima que cayera ante Héctor en el pozo

del Hades tenebroso uniéndose a otros mitos.

¿Pero era necesario hacerlo regresar

y tras tan breve encuentro, tenerte que matar?

 

Pedro Casas Serra (02-07-2018)

sábado, 3 de abril de 2021

Hipólito y Fedra (El Cantar de Burgos II: Los medallones del patio)

 

Hipólito y Fedra


Es una triste historia la de Fedra, poeta,

que Eurípides dos veces en tragedia cantó,

que siendo hija de Minos y Parsifae de Creta,

fue la segunda esposa que Teseo casó.

De Hipólito, su hijastro, se enamoró, pobreta,

y al desdeñarla éste, de abusos le acusó,

provocando la muerte del joven inocente

y al conocerla ella, su suicidio igualmente.

 

Pedro Casas Serra (02-07-2018)

viernes, 2 de abril de 2021

Nerón y Popea (El Cantar de Burgos II: Los medallones del patio)

 

Nerón y Popea


Casarte con un loco no fue una buena idea

aun siendo hijo de Claudio y emperador romano,

tuviste que pensártelo, bellísima Popea,

antes de a tal sujeto entregarle tu mano.

Que quien es violento y mal hacer desea

matará sin dudarlo a Seneca ya anciano,

a su madre Agripina y a Octavia su mujer,

y a ti misma y tu hijo aun antes de nacer.

 

Pedro Casas Serra (02-07-2018)

jueves, 1 de abril de 2021

César y Cleopatra (El Cantar de Burgos II: Los medallones del patio)

 

César y Cleopatra


Reina de ambos Egiptos, no llores tu derrota,

arrebataste el trono al frater Ptolomeo,

Julio César su espada dejó en tu vientre rota

y al morir, Marco Antonio le remplazó en deseo.

No sientas, Cleopatra, que tu suerte se agota

dado que Octavio Augusto no está por el recreo,

que el áspid de la cesta bese tu corazón

y si te quedan lágrimas, llora por Cesarión.

 

Pedro Casas Serra (02-07-2018)