ESTRELA
DE ESMERALDA E REBELDIA
Para
o companheiro Joel Rufino dos Santos
Não
quero fazer um poema.
Quero
é acender uma estrela
para
entreter a esperança
do
Joel, um companheiro
que
está preso pelo bom gosto
de
pensar e de dizer,
de
contar história nova
cujo
crime insuportável
é
ser antiga demais
e ser
simplesmente a História.
É
estrela feita de amor.
Por
mais que raios lhe cresçam
desferindo
rebeldia,
no seu bojo
rolam rios
de ternura e
de alegria.
Mas quem
diria, Joel,
que um dia
o amor desta pátria.
tivesse
gosto de fel.
Sirva
essa estrela de grito:
um
grito de homem, que se ergue
como
espada e como rosa.
Sirva
de chuva e de sono
no
escuro de tua cela,
onde
não cabe nem chega
a
canção da luz do dia.
Sirva
de relva e de aurora
para
rumo de meninos.
Sirva
de baile e brinquedo,
mas
sirva principalmente
de
milícia de esmeraldas,
devassando
luminosa
as forças
turvas do medo.
Sirva
assim de cidadela
que te
defenda o milagre
de
caminhar noite e dia
construindo
a madrugada
e amanhecer
começando
como a
criança que amanhece
dentro
do peito do homem.
Parece estrela encantada,
mas
é feita de verdade
que
nasce, rebrilha e cresce
entra
a mão fatigada
e o
coração defendido,
entre
o pão que não dá
e a
esperança que sobra.
Brilha
essa estrela
entra a
invenção exata do edifício
e
os ombros enganados do operário,
entre
a missão do pássaro contente
e
os vácuos que a traição abre no vento.
Brilha
essa estrela
entre o
silêncio da fome,
quando
punge,
e a alegria da
foice,
quando corta.
Nasce e brilha essa
estrela
entre o pavor da
velhice
e o desamparo da
infância,
entre a cinza
nos ocos do salário
e a
moeda em que se vende, além do mar,
os
cantos subterrâneos deste chão.
Entre
o sol e o solo,
entre a
árvore e a madeira,
entre
a sede e o vinho,
entre
o cântico e a injustiça,
entre
o charco e a amapola,
brilha
essa estrela, Joel,
essa
estrela que repousa
em
tua fronte de negro.
Pode
ser que o major diga que não.
Pode
o major golpear teu rosto jovem,
erguer
o punho torpe da impostura.
Mas
contra a primavera dessa estrela
não
poderá jamais nenhum major.
Thiago
de Mello, A canção
do amor armado,
1966.
ESTRELLA DE ESMERALDA Y
REBELDÍA
Para el compañero
Joel Rufino de Santos
No quiero hacer un
poema.
Quiero encender una
estrella
para animar la
esperanza
de Joel, un compañero
que está preso por el
tino
de pensar y de decir,
de contar la nueva
historia
cuyo intolerable crimen
es ser demasiado
antigua
y ser simplemente
Historia.
Es estrella hecha de
amor.
Por más que le crezcan
rayos
desprendiendo
rebeldía,
en su interior fluyen
ríos
de ternura y de
alegría.
Mas quién diría,
Joel,
que un día el amor de
patria.
tuviese gusto de hiel.
Sirva esta estrella de
grito:
grito de hombre, que se
yergue
como espada y como
rosa.
Sirva de lluvia y de
sueño
en lo oscuro de tu
celda,
donde no cabe ni llega
la canción de luz del
día.
Sirva de hierba y de
aurora
para senda de la
infancia.
Sirva de baile y
juguete,
mas sirva
principalmente
de milicia de
esmeraldas,
invadiendo luminosa
las turbias fuerzas del
miedo.
Sirva así de ciudadela
que te defienda el
milagro
de caminar noche y día
construyendo la
alborada
y amanecer empezando
como el niño que
amanece
dentro del pecho del
hombre.
Parece estrella
encantada,
pero está hecha de
verdad
que nace, deslumbra y
crece
entra la mano cansada
y el corazón
protegido,
entre el pan que no se
tiene
y la esperanza que
sobra.
Brilla esa estrella
entre la invención
exacta del edificio
y los engañados
hombros del obrero,
entre la misión del
pájaro feliz
y los vacíos que la
traición abre en el viento.
Brilla esa estrella
entre el silencio del
hambre,
cuando hiere,
y la alegría de la
hoz,
cuando corta.
Nace y brilla esa
estrella
entre el pavor de la
vejez
y el desamparo de la
infancia,
entre la ceniza en los
huecos del salario
y la moneda en que se
venden, allende el mar,
los cantos subterráneos
de esta tierra.
Entre el sol y el
suelo,
entre el árbol y la
madera,
entre la sed y el vino,
entre el canto y la
injusticia,
entre el charco y la
amapola,
brilla esta estrella,
Joel,
esta estrella que
reposa
en tu frente de negro.
Puede ser que el mayor
diga que no.
Puede el mayor golpear
tu joven rostro,
alzar el torpe puño de
la impostura.
Pero contra la
primavera de esta estrella
no podrá jamás ningún mayor.
Thiago de Mello, C
anción del amor armado, 1966.
(Versión de Pedro
Casas Serra)