CONFESSIÓ
Jo, escriptor,
em confesso al Verb
totpoderós
i a vosaltres,
fantasmes
de Llull i de March, de
Verdaguer i Carner,
de Segarra i de Pla, de
Foix i Ferrater,
d'haver pecat greument
de pensament, paraula
i obra i omissió.
D'haver pecat usant
lèxic impropi,
d'haver emprat
massa verbs barroers,
substantius esbravats
de la substància,
adjectius virolats
només pel goig
de l'espectacle
d'un foc viu
d'encenalls,
d'haver-me repenjat
massa en superlatius
i adverbis anodins. De
fer servir sovint
preposicions canviades,
conjuncions
desenfocades,
és a dir,
d'haver deixat
vagarejar l'instint
per inexactes, ambigües
regions sense forma.
D'haver venut la
sagrada moral de la sintaxi
per un plat de llenties
d'efecte i de modernitat.
D'haver sovintejat el
“ja està bé”,
el “ja s'entén”,
el “tant se val, no importa”...
Em confesso
de no haver corregit
tant com calia,
de no haver escorcollat
molts més diccionaris.
D'haver cedit al
llenguatge balder,
al discurs sinuós,
només pel gust de les
subordinades,
a les metàfores
solament sorprenents,
a les imatges
dures sense motiu,
a l'orgull de l'obscur.
Tu, Verb totpoderós,
tu, sola claredat,
tu que m'has fet
llenguatge segons la teva imatge,
acull-me un dia al
paradís dels escriptors,
on sobren les paraules,
on la felicitat
és la precisió del
teu silenci.
Narcís Comadira (L'art
de la fuga,
2002)
CONFESIÓN
Yo, escritor,
me confieso al Verbo todopoderoso
y a vosotros, espíritus
de Llull y de March, de Verdaguer y Carner,
de Segarra y de Pla, de Foix y Ferrater,
por haber pecado gravemente
de pensamiento, palabra,
obra y omisión.
Por haber pecado usando un léxico impropio,
por haber empleado
verbos demasiado chapuceros,
sustantivos desbravados de sustancia,
adjetivos chillones sólo por el placer
del espectáculo
de un fuego vivo de virutas,
por haberme apoyado demasiado en superlativos
y adverbios anodinos. Por usar a menudo
preposiciones canviadas,
conjunciones desenfocadas,
es decir,
por haber dejado vagar el instinto
por inexactas, ambiguas regiones sin forma.
Por haber vendido la sagrada moral de la sintaxis
por un plato de lentejas de efectismo y de modernidad.
Por haber utilizado a menudo el “ya está bien”,
el “ya se entiende”, el “ya vale, no importa”...
Me confieso
por no haber corregido tanto como hacía falta,
por no haber escrutado muchos más diccionarios.
Por haber cedido al lenguaje ampuloso,
al discurso sinuoso,
sólo por el gusto de las subordinadas,
a las metáforas sólo sorprendentes,
a las imágenes
duras sin motivo,
al orgullo de lo oscuro.
Tú, Verbo todopoderoso, tú, sola claridad,
tú que me has hecho lenguaje a tu imagen,
acógeme un día en el paraíso de los escritores,
donde sobran las palabras,
donde la felicidad
es la precisión de tu silencio.
Yo, escritor,
me confieso al Verbo todopoderoso
y a vosotros, espíritus
de Llull y de March, de Verdaguer y Carner,
de Segarra y de Pla, de Foix y Ferrater,
por haber pecado gravemente
de pensamiento, palabra,
obra y omisión.
Por haber pecado usando un léxico impropio,
por haber empleado
verbos demasiado chapuceros,
sustantivos desbravados de sustancia,
adjetivos chillones sólo por el placer
del espectáculo
de un fuego vivo de virutas,
por haberme apoyado demasiado en superlativos
y adverbios anodinos. Por usar a menudo
preposiciones canviadas,
conjunciones desenfocadas,
es decir,
por haber dejado vagar el instinto
por inexactas, ambiguas regiones sin forma.
Por haber vendido la sagrada moral de la sintaxis
por un plato de lentejas de efectismo y de modernidad.
Por haber utilizado a menudo el “ya está bien”,
el “ya se entiende”, el “ya vale, no importa”...
Me confieso
por no haber corregido tanto como hacía falta,
por no haber escrutado muchos más diccionarios.
Por haber cedido al lenguaje ampuloso,
al discurso sinuoso,
sólo por el gusto de las subordinadas,
a las metáforas sólo sorprendentes,
a las imágenes
duras sin motivo,
al orgullo de lo oscuro.
Tú, Verbo todopoderoso, tú, sola claridad,
tú que me has hecho lenguaje a tu imagen,
acógeme un día en el paraíso de los escritores,
donde sobran las palabras,
donde la felicidad
es la precisión de tu silencio.
Narcís Comadira
(Versión de Pedro Casas Serra)
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