CÍDIPE Y ACONCIO
Pensando está Aconcio un día
en Cídipe, la beata,
y cómo su amor podría
lograr sin meter la pata.
Aconteció que venía
al templo la mojigata,
de Artemisa, y la seguía
sierva poco literata.
A pies de la analfabeta
hace rodar un membrillo
con un escrito estribillo.
Y la ama por la cateta:
“Por Artemisa lo juro:
A Aconcio mi amor más puro”.
Pedro Casas Serra (11-10-2014)
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