domingo, 8 de mayo de 2016

“MARCHA” de Cecilia Meireles (De Viagem, 1939)

As ordens da madrugada
romperam por sobre os montes:
nosso caminho se alarga
sem campos verdes nem fontes.
Apenas o sol redondo
e alguma esmola de vento
quebram as formas do sono
com a idéia do movimento.

Vamos a passo e de longe;
entre nós dois anda o mundo,
com alguns vivos pela tona,
com alguns mortos pelo fundo.
As aves trazem mentiras
de países sem sofrimento.
Por mais que alargue as pupilas,
mais minha dúvida aumento.

Também não pretendo nada
senão ir andando à-toa,
como um número que se arma
e em seguida se esboroa,
- e cair no mesmo poço
de inércia e de esquecimento,
onde o fim do tempo soma
pedras, águas, pensamento.

Gosto da minha palavra
pelo sabor que lhe deste:
mesmo quando é linda, amarga
como qualquer fruto agreste.
Mesmo assim amarga, é tudo
que tenho, entre o sol e o vento:
meu vestido, minha música,
meu sonho e meu alimento.

Quando penso no teu rosto,
fecho os olhos de saudade;
tenho visto muita coisa,
menos a felicidade.
Soltam-se os meus dedos tristes,
dos sonhos claros que invento.
Nem aquilo que imagino
já me dá contentamento.

Como tudo sempre acaba,
oxalá seja bem cedo!
A esperança que falava
tem lábios brancos de medo.
O horizonte corta a vida
isento de tudo, isento...
Não há lágrima nem grito:
apenas consentimento.

Cecilia Meireles, Viagem, 1939.


MARCHA

Las órdenes de la madrugada
rompieron por encima de los montes:
nuestro camino se ensancha
sin verdes campos ni fuentes.
Apenas el sol redondo
y alguna limosna de viento
quiebran las formas del sueño
con la idea del movimiento.

Vamos al paso y de lejos;
entre nosotros va el mundo,
con unos vivos por fuera,
con unos muertos por dentro.
Las aves traen mentiras
de tierras sin sufrimiento.
Por más que abra las pupilas,
aún más mis dudas aumento.

Tampoco pretendo nada
sino ir caminando en vano,
como un número que se arma
y enseguida se deshace,
- y caer al mismo pozo
de pasividad y olvido,
donde el fin del tiempo suma
piedras, aguas, pensamiento.

Me complazco en mi palabra
por el sabor que le dio:
siendo linda, aunque amarga
como cualquier fruto agreste.
Incluso amarga, ella es todo
lo que tengo, entre sol y viento:
mi vestido, mi música,
mi sueño y mi alimento.

Cuando pienso en tu rostro,
cierro los ojos con nostalgia;
he visto muchas cosas,
menos la felicidad.
Se sueltan mis dedos tristes,
con sueños claros que invento.
Ni aquello que yo imagino
me da ya contentamiento.

Como todo siempre acaba,
¡ojalá sea temprano!
La esperanza de que hablaba
tiene albos labios de miedo.
El horizonte corta la vida
exento de todo, exento...
Ni hay lágrima ni hay grito:
hay sólo consentimiento.

Cecilia Meireles
(Versión de Pedro Casas Serra)

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