miércoles, 10 de febrero de 2016

“FELIZ, INSUPORTAVELMENTE” de Thiago de Mello (De De uma vez por todas, 1996)

FELIZ, INSUPORTAVELMENTE

Para Mario Benedetti, hermano
Aos poucos a luz perde o resplendor.
O rio sabe a sangue, e ninguém sabe.
É a derradeira chance de me ver
pela primeira vez inteiro: cara a cara.
Simplificar prefiro. Por que hesito
em revelar as águas escuras
que me percorrem, essas onde moram
peixes cinzentos, srdos, que me sabem?
Dizer me basta que não cometi
o pecado pior do homem:
o de não ser feliz (O juízo é de Borges,
que era cego, mas descobriu a rosa
escondida no coração da moça.)
Vi o fundo de um lago de esmeraldas.
Eu fui feliz, insuportavelmente.
As desgraças que duras me feriram
nada foram (contando a de existir)
ao lado dos milagres que vivi,
dos mágicos momentos que inventei.
Não é preciso ir longe. Numa noite
de ardente primavera eu viajei,
abraçado aos cabelos desvairados
que me ensinavam o cântico dos cânticos,
pelo mar dos espaços siderais.
Voltei intacto. Parece que passaram
eternidades.
Sozinho agora sou: perante mim,
ou entre mim e a noite que me chama,
espaço em que mal cabe o que escondi.
E mais de meio século de festa,
de lágrimas, de assombro, de ternura,
inútil se resume na fagulha
fugaz do tempo em que meu ser total,
resíduo de memórias, já se adere
— imperceptível —
ao silêncio noturno da floresta.

Thiago de Mello, De uma vez por todas, 1996.


FELIZ, INSOPORTABLEMENTE

Para Mario Benedetti, hermano.

Poco a poco la luz pierde su esplendor.
El río sabe a sangre, y nadie sabe.
Es la última oportunidad de verme
por primera vez entero: cara a cara.
Prefiero simplificar. ¿Por qué vacilo
en revelar las oscuras aguas
que me recorren, esas donde viven
peces grises, sordos, que me conocen?
Me basta decir que no cometí
el peor pecado del hombre:
no ser feliz (La frase es de Borges,
que era ciego, pero que descubrió la rosa
escondida en el corazón de la muchacha.)
Vi el fondo de un lago de esmeraldas.
Yo fui feliz, insoportablemente.
Las desgracias que duras me hirieron
nada fueron (incluida la de vivir)
al lado de los milagros que viví,
de los mágicos momentos que inventé.
No es preciso ir muy lejos. En una noche
de ardiente primavera yo viajé,
abrazado a los cabellos desordenados
que me enseñaban la canción de las canciones,
por el mar de los espacios siderales.
Volví intacto. Parece que pasó
una eternidad.
Ahora estoy solo: ante mí,
o entre yo y la noche que me llama,
el espacio en que apenas cabe lo que escondí.
Y más de medio siglo de fiesta,
de lágrimas, de asombro, de ternura,
se resume inútil en la chispa
fugaz del tiempo en que mí ser total,
residuo de memorias, ya se adhiere
— imperceptiblemente —
al silencio nocturno de la selva.

Thiago de Mello, De una vez por todas, 1996.
(Versión de Pedro Casas Serra)

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