¡SALUD, NIÑOS!
Érase una vez un niño que no se lavaba los dientes. ¿Para qué? - decía.
Pero pasó el tiempo y cada otoño un diente le caía.
Ya de viejecito, solo un diente le quedaba
que con gran esmero limpiaba y limpiaba.
Y así, muertecido – cuando en la caja estaba -
su único diente… ¡brillaba, brillaba!
Moraleja: O de joven limpio, o feo de viejo.
Pedro Casas Serra (08-04-2014)
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