domingo, 6 de junio de 2021

Sobre la poesía, mis poemas y otras cosas 024 (mis comentarios en airesdelibertad.com)

El paso del tiempo es todo el argumento de la vida.

La poesía es un placer del alma.

Ejercítate en el amor https://www.airesdelibertad.com/t22145-ejercitate-en-el-amor Ejercicio de visualidad. Querer es como aprender caligrafía, hay que ir despacio y hacer buena letra. La imagen pretende llevar a un ejercicio de caligrafía, de dibujo, como metáfora de que el amor es siempre un aprendizaje.

Por principio el poeta debe ser antisistema.

Llanto sobre el Rhin https://sientopasareltiempo.blogspot.com/2020/03/2003-08-11-llanto-sobre-el-rhin.html Escribí el poema tras navegar por el Rhin unos días y visitar las poblaciones que lo orillan que guardan memoria fotográfica de su destrucción durante la guerra. Quiere avisar contra los fanatismos. Me impresionó contemplar, por donde pasaba, exposiciones fotográficas de cómo habían sido arrasadas hasta sus cimientos las poblaciones por la guerra y salió este poema. El poema, a través del contaste entre las imágenes felices de la paz y las horrorosas de la guerra, quiere advertir de los riesgos de dejarse arrastrar por el fanatismo y la intransigencia. Los ríos son testigos de la historia. La imagen lleva al bautismo por inmersión, al renacimiento y a la iluminación, a ver las cosas más claras, a no dejarse seducir por trompetas y clarines. Hay que preservar la paz, defenderla, procurar la justicia que la afianza y recordar los males producto de la intolerancia, del abuso, del fanatismo. Cuando escribí esta poesía estaba muy emocionado con el descubrimiento de la poesía de George Trakl. En Colonia, subí a una de las torres de su catedral (¡no sé cuántos peldaños, llegué agotado arriba!) y vi una escultura enorme de un ángel situado en la torre, que me inspiró estos versos. Era verano y desde el crucero en que viajaba todo lo que veía transmitía felicidad: niños y adultos bañándose, otros circulando a pie o en bicicleta por caminos junto a las orillas, terrazas con gentes sentadas bebiendo aperitivos, villas bellamente adornadas con flores, pintorescos pueblecitos en los que despuntaban las agujas de sus iglesias... Pero toda esta felicidad llega a su fin con la guerra, como recordaban las cruces de los pequeños cementerios de los pueblos y las exposiciones fotográficas sobre la destrucción sufrida en la guerra que podían verse en el interior de las iglesias. En este pasaje, el que habla es el ángel de la torre de la catedral de Colonia, el único edificio de la ciudad que fue respetado por las bombas. Surgió como resultado de un crucero por el Rhin entre Estrasburgo y Colonia y de la impresión que me produjeron, frente a las idílicas imágenes de entonces, las de las fotografías que vi que habían sido tomadas acabada la guerra. Vi casas y monumentos reconstruidos, alegría festiva propia del verano en sus calles y terrazas, los tranquilos cementerios en los pueblos, subí a una torre de la catedral de Colonia donde contemplé la escultura de un gigantesco ángel, los castillos en ruinas junto al río, la gente que disfrutaba de las vacaciones en sus orillas, etc... y el último día, todo esto se montó y me salió la poesía que iba escribiendo cual poseso en un cuaderno mientras arrastraba mi equipaje. Poesía que es un alegato contra la guerra y los que incitan a ella. Cuando viajo, procuro leer la obra de poetas relacionados con el país y la cultura que visito y en esta ocasión había leído a George Trakl que me había gustado e impresionado muchísimo por su imágenes de la naturaleza. El poema es la poetización de mi experiencia. El Rhin es un río precioso, son los hombres los que lo han ensuciado y pueden volver a hacerlo. Quizás hay que empezar a dejar de creer que la guerra puede solucionar las cosas. Los mismos escenarios sirven para diferentes representaciones.

 

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