Una democracia asamblearia podría ser la solución en un mundo ideal o
poco poblado, donde todo se podría decidir reuniéndose todos cada vez.
Pero en nuestras circunstancias se presta a que acaben manipulando las
asambleas entre cuatro (la gente no puede estar de asamblea cada día,
tiene otros asuntos que atender). Creo preferible la vieja democracia
representativa (a través de los partidos políticos, pero con unos
mecanismos de control eficaces sobre nuestros representantes políticos
para que no se tuerzan), la división de poderes de Montesquieu, y el
estado aconfesional de la Ilustración, eso sí, con mayor participación
de la ciudadanía mediante consultas periódicas (al estilo de Suiza,
vaya).
Aunque el amor se acabe, la poesía queda.
Del amor se añoran hasta las heridas.
Hay animales con los que nos llevamos mejor que con nuestros más próximos parientes.
Divina locura: la poesía.
La soledad en compañía -sentirse solo estando acompañado- es “ el infierno son los otros" de Sartre.
Dicen
los tratadistas que en la décima espinela, tras el cuarto verso, debe
haber una pausa de sentido; al hacerla, la décima gana en facilidad de
lectura y en comprensión.
En eso consiste la libertad individual: en hacerse y responderse preguntas y publicarlo.
Quien era un maestro en series rítmicas era Rubén Darío, de ahí la sonoridad de todos sus versos.
¡Qué triste sería el mundo visto en grises! (Así es como dicen lo ven los ojos de los perros -¡y sin embargo los hay felices!)
El
poeta transmite toda la belleza del mundo. En el Libro de Ruth
encontramos una de las primeras muestras del tópico literario "amor más
allá de la muerte".
Hay muchos trenes que ya no pasarán y muchas maneras de caminar, pero la mejor es cogido de la mano de la persona que amas.
Podemos ser muchas cosas pero nunca los mismos, de ahí la nostalgia del pasado.
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