Ser poeta, ¡caramba, caramba!, es una alta meta. Es cierto que hay
poetas que que no saben escribir. Porque la poesía es una finura en la
percepción y expresión de los sentimientos, las personas y las cosas.
Ser feliz exije un aprendizaje.
El Danubio tampoco es azul y Johann Strauss le dedicó su "Danubio azul". Je, je..
En el acto del amor ya no hay dos cuerpos sino uno solo que se comparte.
Dicen
que los animales solo viven el presente. No lo sé. En cualquier caso,
el hombre no ha hecho sino inventar artilugios con los que medir el
tiempo, y el paso del tiempo nos recuerda la muerte. De niños contábamos
por veraneos, ahora contamos por muertos. Los momentos de escribir
poesía son espacios sin tiempo y por eso son un consuelo.
"Parole, parole"... La palabra debe ir acompañada de actos.
El abuelo https://sientopasareltiempo.blogspot.com/2021/03/el-abuelo-sombras-adormecidas.html Los genes los llevo pero desgraciadamente no es suficiente. Cuando yo
era niño veía a mi abuelo como un gigante, pero con los años, al
contrario de lo que acostumbra a pasar y me ha pasado con otras
personas, su imagen no ha hecho sino crecer, pues cada vez he sido más
consciente, por mi propia experiencia, de la magnitud de las
dificultades que mi abuelo superó y que constituyen su grandeza. Fíjate
que en toda mi vida no he encontrado a nadie ni ninguna referencia que
diga algo negativo de mi abuelo. Todo han sido reconocimientos y
elogios. El Ayuntamiento de Manlleu erigió a mi abuelo un monumento. La
estatua que lo cuulmina, es la representación de una mujer joven en
actitud oferente, que ha sido llamada "la manlleuense". Fue esculpida
por Josep Viladomat, un escultor catalán muy famoso a inicios del siglo
XX. En el pedestal de la estatua hay un medallón de bronce con la efigie
de mi abuelo, su nombre y unas palabras en su memoria. Es cierto que el
mundo era muy distinto al actual, pero los valores que servían entonces
siguen sirviendo hoy. Por encima de todo, era un hombre bueno. Por
fortuna, en todas las épocas hay personas que mejoran el mundo, para
encontrarlas solo hay que no dejarse deslumbrar por los focos. Las
últimas máquinas de hilar algodón fabricadas por Societat Anònima Serra
llegaron a tener 40 ó 50 metros de longitud. Cuando murió mi abuelo, yo
tenía doce años y muchos recuerdos comunes no tengo, pues yo por
entonces vivía en Madrid y él en Barcelona. Pero cuando iba a Barcelona
de vacaciones, lo iba a ver. Mi abuelo era un patriarca rodeado siempre
de una gran familia. A mi abuelo paterno no lo conocí, murió antes de
que yo naciera. Ahora, por la longevidad de vida alcanzada, son muchos
los abuelos que llegan a conocer hasta a sus bisnietos. Lo bueno de las
personas hay que enaltecerlo, pues nos sirve de ejemplo. En un momento
en que parece que solo se habla de desgracias y de males hay que hablar
mucho más de cosas positivas, que las hay y muchas, porque estas son las
que nos marcan el camino. Yo disfruté de mi abuelo hasta mis doce años,
pero su presencia perduró siempre en mi familia. Para mí el mayor valor
es el esfuerzo, no tanto el resultado. Mientras estudiaba en la
universidad, en una clase de educación física (una asignatura de las
llamadas "marías" porque era secundaria pero había que aprobarla para
pasar de curso) un compañero de ejercicios (que no conocía) me dijo:
Cuesta casi lo mismo hacer las cosas bien que mal, pero el resultado es
muy distinto. Y pensé que tenía razón. Siempre he admirado a quienes se
esfuerzan al máximo por hacer bien las cosas. Hay personas que merecen
esa admiración pues superaron con esfuerzo grandes dificultades. Somos
el resultado de todos esos seres queridos y del amor que nos han dado.
Es muy especial la relación que se establece entre abuelos y nietos
quizá porque sus velocidades son parecidas, unos por niños, otros por
viejos. Lo cierto es que su recuerdo permanece toda la vida.
martes, 11 de octubre de 2022
Sobre la poesía, mis poemas y otras cosas 191 (mis comentarios en airesdelibertad.com)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario