Vivir en una ciudad que tiene puerto es como vivir en un barco que no acaba nunca de zarpar.
En la poesía, como en el retrato de Dorian Gray, los años van dejando su huella.
Parece, contemplado día a día, que no pase nada, pero visto en conjunto, ¡han pasado tantas cosas!
Tras
el Holocausto dijeron que era imposible volver a escribir poesía. Se ha
demostrado que no era cierto, pero que la poesía que se escribiera solo
podía ser distinta.
Dicen que cada cinco años cambian todas las
cédulas de nuestro cuerpo. Nosotros, entonces, somos y no somos quienes
éramos hace 15, 20 ó 30 años, aunque los recuerdos nos unan como una
cadena.
El desengaño -sea del tipo que sea- duele proporcionalmente a la ilusión que su hubiera puesto en el proyecto.
No
podemos quejarnos de los años, porque si los tenemos es porque los
hemos disfrutado, como disfrutaremos del presente si sabemos gozar de
él.
Creo que la libertad obliga a mucho porque no se puede ser libre a solas, o lo somos todos o no lo es nadie.
Es
cierto que han cambiado mucho las cosas desde el punto de vista
material, y que vivimos en el estado del bienestar (aunque esté en
crisis). Es muy importante conocer el pasado de donde venimos, valorarlo
y sacar buena experiencia de él, pues todo lo que se ha ganado también
se puede perder.
El amor es la esperanza de quien no lo tiene, el consuelo de quien lo ha perdido, el gozo de quien lo posee.
Durante
siglos la poesía ha sido escrita por hombres y leída por mujeres; desde
no hace tanto la mujer se ha incorporado como autora de poesía de forma
positiva y sorprendente, descubriéndonos su original enfoque sobre todo
un mundo de sensaciones y vivencias.
lunes, 10 de octubre de 2022
Sobre la poesía, mis poemas y otras cosas 190 (mis comentarios en airesdelibertad.com)
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