viernes, 25 de septiembre de 2015

“UM MENINO CHEGA AO MUNDO” de Thiago de Mello (De Silêncio e Palavra, 1951)

UM MENINO CHEGA AO MUNDO
Chegou ao mundo um menino
mais sozinho que a primeira
estrela que acende a noite.
Nenhum pano o envolvia.
Além, do suave fulgor;
trazia o condão da infância
que aos homens faz tanta falta.

Bois não rodeavam o menino.
Nem burros. Puro silêncio
orlava o claro mistério
de um coração sem pecado.

Os pastores da comarca
cuidavam na madrugada
dos seus rebanhos. Os anjos
que navegam no céu
ao trabalho se deram
de anunciar que um menino
chegava com um recado
ao tempo da eternidade.

Mais que rês, trezentos mil
magos são que hoje dominam
os sortilégios das mirras,
dos incensos e dos ouros.
Mas nenhum deles chegou
com oferenda à criança.

As estrelas que nos cobrem
já mal sabem de caminhos
que levem o homem à frágua
onde se forjam milagres.

Os homens fugiram todos.
Infância já infunde medo:
Aquele recém-chegado
reacendia brasas murchas
e recordava que cinzas
escondem constelações

O menino, atravessando
mordidas e escuridões
não achou sequer lugar
numa estalagem do mundo.
Aconchegada na rua,
perdida ficou a infância
por entre as gretas escusas
da indiferença dos homens.
Thiago de Mello (Silêncio e Palavra, 1951)
UN NIÑO LLEGA AL MUNDO

Un niño al mundo llegó
más solo que la primera
estrella que abre la noche.
Ningún paño lo envolvía.
A más del suave fulgor,
traía el don de la infancia
que tanto falta a los hombres.

Ningún buey rodeaba al niño.
Ni burro. Puro silencio
orlaba el claro misterio
de un corazón sin pecado.
Pastores de la comarca
cuidaban de madrugada
a sus rebaños. Los ángeles
que navegan por el cielo
no se dieron el trabajo
de avisarles de que un niño
llegaba con un mensaje
de la eternidad al tiempo.

Más de unos trescientos mil
son los magos que hoy dominan
los conjuros de las mirras,
los oros y los inciensos.
Pero ninguno llegó
con ofrendas para el niño.
Las estrellas que nos cubren
no saben ya de caminos
que conduzcan a la fragua
donde se forjan milagros.

Huyeron todos los hombres.
Ya infunde miedo la infancia:
El niño recién llegado
reavivaba mustias brasas
recordando que cenizas
esconden constelaciones.
El pequeño, atravesando
pesares y oscuridades
ni siquiera halló lugar
en posadas de este mundo.
Aposentada en la calle,
perdida quedó la infancia
entre cuarteadas escusas
de la indiferencia humana.
Thiago de Mello
(Versión de Pedro Casas Serra)

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