De niño, mi padre nos llevaba al Teatro de la Zarzuela, en Madrid, y
salíamos encantados, pues era un espectáculo completo, algo así como
actualmente los musicales. Recuerdo también haber presenciado en Lloret
de Mar, una representación de "Marina" (primero zarzuela, luego
transformada en ópera) de Arrieta, que se realizó sobre un escenario en
la playa, con motivo de su centenario. Cuando Jorge, su personaje
masculino, regresaba de América, lo hacía desde un barco que aparecía
desde detrás de unas rocas. ¡Grandioso! Hay unos versos de la obra que
dicen: "Playas las de levante, costas las de Lloret" pues parece ser que
la obra fue compuesta en esa localidad de la Costa Brava.
Quien nos ha enseñado las palabras, estará siempre en ellas.
El estilo dialogado en poesía me recuerda el de muchos romances.
No solo las personas despiertan nuestra ternura, también las cosas que las han acompañado toda la vida.
El día que nos demos cuenta que todos somos raros se habrán acabado los prejuicios. La normalidad no existe.
El blanco es la suma de todos los colores, por eso la bandera de la libertad es la blanca.
Estas
rejas me han recordado todas las que forman barandillas en los balcones
de Barcelona, obra de artesanos forjadores que llenaron los edificios
de belleza con su trabajo. Hoy lamentablemente prácticamente ya no se
hacen.
Somos producto de nuestro tiempo y nuestro tiempo es de grandes incertidumbres.
El conocimiento y la libertad se retroalimentan.
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