ADIÓS A MÁXIMO GONZÁLEZ
Cómo te envidio, Máximo, buen amigo,
tan fuerte, tan erguido, tan apuesto,
correcto en todo,
aplicado, capaz de hallar entre las penas
la alegría, entregado en silencio.
No veré más tu sonrisa cada jueves,
no estrecharé tu mano con la mía,
no oiré tu voz, ni te gritaré un poco
para que me oigas mejor.
Después de tantos años.
Te echaremos de menos, buen amigo.
No leerás tus versos impecables
en recio castellano.
Ni gozarás, ni te disfrutaremos.
Llegó tu hora.
Y con tu suavidad, con tu elegancia,
como si no fuera contigo,
hiciste mutis y ya no volverás.
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