EL BALANCÍN
Es nuestra vida como una brisa suave
que apenas se levanta ya se apaga,
miramos hacia atrás y vemos la mañana,
miramos adelante y ya no vemos nada.
No ha mucho tiempo éramos solo niños
inseguros al dar nuestros primeros pasos,
pronto otra vez iremos inseguros
y necesitaremos apoyo de otros brazos.
Aprendimos a amar mientras mamábamos,
nuestros cuerpos de adultos entregamos,
lo que quisieron darnos recibimos,
y si algo nos queda, al fin lo exhalaremos.
No contaba el futuro cuando todo lo era,
vivimos luego eterno y estruendoso presente,
apareció el dolor y con él el pasado
y aprendimos a ver y a escuchar hacia adentro.
Íbamos proyectados por un impulso ciego,
todo lo resumían cuatro verdades ciertas,
llegaron las caídas y las desilusiones
y nos fuimos frenando al surgir las preguntas.
En la memoria queda la piel cálida y fresca,
los miembros que se estiran, los huecos que se llenan,
las mentes que se incendian, los sexos que gotean,
las sombras que se acortan cuando tan solo la memoria queda.
Pedro Casas Serra (02-11-1992)
las sombras que se acortan cuando tan sólo la memoria queda.
ResponderEliminarMuy fuertes y verdaderos
los sentimientos de tu
bello poema...
Besos, amigo Pedro
Maria Lua
Gracias, María.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Pedro