lunes, 23 de noviembre de 2015

“NOTÍCIA DA MANHÔ de Thiago de Mello (De Faz escuro mas eu canto, 1965) Versión española

NOTICIA DE LA MAÑANA

Yo sé que todos la vieron
y jamás la olvidarán.
Pero es posible que alguno,
en plena noche estuviera
profundamente dormido.
Y a los dormidos -también
a los que estaban muy lejos
y no pudieron llegar,
a los que estaban muy cerca
y se quedaron sin verla
al moribundo en su cama
y al ciego de corazón-
todos los que no la vieron,
les contaré esta mañana
-mañana es cielo vertido,
es cristal de claridad.
que reinó, de este a oeste,
monte a mar -en la ciudad.

Pues dentro de esta mañana
voy caminando. Y me voy
tan alegre como el niño
que me lleva de la mano.
No tengo ni tomo rumbo
me lo dicta la mañana,
y de la mano del niño
(el conoce los caminos
y mundos mejor que yo).

Amorosa y transparente
es la mañana sagrada
que el cielo entero derrama
sobre las casas, los campos,
sobre los hombres y el mar.
Y su dulce claridad
se esparció ya mansamente
sobre todos los pesares.
Lavó la ciudad. Ahora,
va lavando corazones
(no el del niño, sino el mío
tan lleno de oscuridad).

Verdadera, la mañana
va llamando otras mañanas
siempre radiantes que existen
(y a veces despuntan tarde
o no despuntan jamás)
dentro del hombre y las cosas;
en la ropa del tendido,
en los navíos que llegan,
en la torre de la iglesia,
en pregón de pescadores,
en motosierra de obreros,
ojos de moza que pasa, ¡qué lindos!
La mañana está en la tierra, en las palmeras,
en los patios de suburbios,
en las avenidas céntricas,
terrazas de rascacielos.
(Hay mucha, mucha mañana
en el niño, y algo en mí.)

La belleza mensajera
de esta radiante mañana
no se resguardó en el cielo
ni se quedó en el espacio,
hecha de sol y de viento,
revasando la ciudad:
la mañana se dio al pueblo.

La mañana es general.

Los árboles de la calle,
lo que resta de la mar,
los ventanales abiertos,
el pan sobre el escalón,
las mujeres de la feria,
los vestidos coloreados,
los viejos que están riendo,
el hombre medio dormido,
la provisión de hortalizas,
el negro en la bicicleta,
la confusión del tranvía,
los transeúntes besándose
-¡ah! pues todas esas cosas
que mi ternura descubre
en un trocito de calle
dan eterno testimonio
de la mañana que avanza
y que derrama a su paso
aquí un poco de alegría,
allí provoca una frase
(¡qué bonito día hace!)
a la mujer de la verja,
deja además esperanza,
y también mucho coraje,
y además, aquí y allí,
por el campo y por la sierra,
a los mendigos y avaros,
a marineros, a tímidos,
a desgraciados, a prósperos,
a solitarios, a mansos,
a virtuosos, a puras
y también a tarambanas,
la mañana va vertiendo
la alegría de vivir,
va derramando un perdón,
unas ganas de cantar.
Y de pronto la mañana
-mañana es cielo vertido,
es claridad, claridad-
fue cambiando la ciudad
en plaza, una inmensa plaza,
dentro de la plaza el pueblo,
y el pueblo entero cantando,
y dentro del pueblo el niño
que me lleva de la mano.

Thiago de Mello
(Versión de Pedro Casas Serra)

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