EL NIÑO ABANDONADO
El recuerdo más antiguo que tenía era encontrarse de pequeño llorando solo durante horas en el recibidor de casa de su madre. No sabía si había ocurrido o se lo había inventado pero este recuerdo siempre le había inquietado y como su madre, cuando él nació, ya era sorda, había llegado a la conclusión de que el motivo de que no acudiera a su llanto era porque no le oía. Esta explicación resultaba razonable y por ello hacía tiempo que pensaba que no debía sufrir más por este recuerdo.
Sin embargo, seguía siendo extremadamente susceptible a cualquier desatención que la persona que amaba le hiciera, y llegaba a tal extremo su sensación de abandono en tales ocasiones que no podía evitar cortar la relación cuando se sentía así. Y en cada nuevo enamoramiento (porque por otra parte era enamoradizo y apasionado) era más exigente con la persona amada, siempre por ese miedo a ser abandonado.
Pensando en esto y en su infancia, recordó que en una ocasión su madre le había explicado que siendo bebé y encontrándose en su cochecito al sol en un jardín, se habían olvidado de él, y al regresar lo habían encontrado a punto de sufrir una insolación. Quizás fuera ésta la causa del miedo tan grande que tenía a ser abandonado, no siendo el recuerdo del recibidor sino una consecuencia de esta vivencia anterior.
Su madre le quería mucho y él quería mucho a su madre. ¿Por qué entonces esta sensación de haber sido abandonado por ella? ¿Respondía a una realidad o era consecuencia de poseer un carácter extremadamente sensible? ¿No podría librarse nunca de esta angustia? ¿Rompería siempre sus relaciones por miedo a que lo abandonaran? ¿Estaba condenado a vivir solo?
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