EL JOVEN MARINERO
Conservo en mi memoria
al joven marinero,
que me cuidaba con esmero,
cuando de niño me bañaba
en aguas de la Costa Brava.
No pudiendo ponerme
por profesor un pez,
mi madre eligió aquella vez,
para enseñarme a nadar como un mero,
en donde veraneábamos, un joven marinero.
Y aquel verano
el joven marinero
me enseñó a saber flotar primero,
después a desplazarme y sumergirme,
lanzarme de las rocas y a nunca hundirme.
Quizás por eso
me pongo tan contento
y me encuentro en el agua en mi elemento,
porque aprendí de un experto verdadero
al tener por maestro a un joven marinero.
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