ENCARGO
Vivamos, puesto
que estamos vivos, penas y placeres.
Y no creamos que hay
una Faz Inmensa
en la hora grave de
la última partida.
JOAN VINYOLI, “Atardecer en la cafetería”
del libro Paseo de Aniversario)
Esos ejemplos,
sacados de la vida de
los pastores de hace mil años,
no me sirven.
Cuando muera, no quiero
un funeral religioso.
Ni quiero esquelas en
los diarios.
Prefiero que crean que
estoy vivo,
pienso que esto me
alargará la vida.
Convenido está
entonces: que mis exequias sean civiles.
Que no hayan discursos, n todo caso, uno corto al final
para agradecer la
asistencia.
(Qué compromiso para
quienes hablan:
si te quieren, les
cuestan las palabras;
si no te conocen, no
valen la pena.)
Canciones sí que me gustaría,
pero alegres,
tres musicales
quedarían bien.
Espero que vaya la
coral, si aún canto.
Mis cenizas -porque
quiero que se me incinere-,
esparcidlas en un
camino de Collserola,
como hice yo con las de
mi madre.
Pedro Casas Serra, Ad líbitum, 2015
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