A EURÍNOME DE CALATIS,
VENCEDORA DE LOS CIEN METROS VALLAS
¡Te canto a ti, Eurínome de Calatis,
que entre diez corredoras venciste
en la prueba de los cien metros vallas!
¡Y a ti también, ciudad de Calatis,
la de las verdes llanuras
donde pacen las gacelas tracias!
¡Entre todas tus corzas criaste a Eurínome,
la más veloz de todas ellas!
¡Recibe a tu hija bien amada,
a la que amamantaste con tus pechos!
¡Que suenen los pífanos y los címbalos
y bailen en su honor los coribantes
ante el altar de Cibeles!
¡Que tus edificios engalanes
y alfombres tus calles de flores
para que las pise en su triunfo!
¡Recíbela con hidromiel, higos y leche!
¡Que solo ella ocupe el asiento principal
en las fiestas dionisíacas!
¡Dale a elegir, entre tus más valientes,
con quien unirse en himeneo!
¡Eurínome, la flor de tus campos!
¡La más dulce de tus frutas!
¡La más gentil de tus niñas!
¡La más veloz de tus gacelas!
¡La más bella de tus mujeres!
¡La más preciada de tus joyas!
¡La más altiva de tus torres!
¡La más excelsa de tus hijas!
¡La elegida de los dioses!
¡La que ha maravillado a los griegos!
¡Que tus ojos no vean la oscuridad!
¡Que tus cabellos no conozcan la nieve!
¡Que tus oídos no escuchen sino alabanzas!
¡Que tu boca no guste sino delicias!
¡Que tus manos conserven su frescor!
¡Que tu talle no se doble con los años!
¡Que tu vientre sea bendecido con gracias!
¡Que tus muslos guarden su miel!
¡Que tus piernas no se cansen jamás!
¡Que tus pies no cesen de bailar!
Pues que en el estadio de Olimpia,
ante lo mejor de la Hélade,
supiste correr con la velocidad del antílope,
saltar con la agilidad de la gamuza
y llegar a la meta la primera,
¡sea tu vida larga y fecunda!,
¡que tus conciudadanos te honren
y los dioses te concedan la inmortalidad.
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