A MI AMIGO
Entre luces que ciegan
un instante y se apagan,
mientras otras reflejan
su brillo mortecino;
entre sordos rumores
y estridentes chirridos,
que nos dejan sus notas
marcadas en asfalto;
entre voces que lanzan
su cascada argentina
y otras, secas, que escupen
palabras como látigos;
entre rutas marcadas
con cartabón y escuadra,
repletas de una masa
que se mueve, que anda;
entre muros que se alzan
hacia la bóveda alta
y esconden en sus senos
madrigueras de ratas;
entre tanto gentío...
muevo mis pies, cansado
de seres que me espantan,
sin que sienta si me andan.
...
A mi amigo, ¿lo has visto?
Si es así, dime donde.
¿Es en la noche oscura
con esfera de plata?
¿Es en sombra leñosa
tras la dulce mañana?
¿Es en torre cruzada
que nos marca lo eterno?
¿Es que quizás lo apresan
blanquecinos tentáculos,
o es libre como azul
inmenso entre dos techos?
¡Providencia divina!
seme viento
que soplando lo arrastre,
te lo ruego.
¡Providencia divina!
hazte sol
que lo infunda en mi rostro
con su aliento.
¡Providencia divina!
se torrente
que hasta mí me lo traiga
sobre llanto.
Lo necesito ahora.
Lo necesito ahora, este momento.
Lo necesito aquí, junto a mí, adentro.
Sin él noto vacío
todo cuanto era lleno.
Sin él siento temblar
cuanto de firme tengo.
Sin él estoy perdido
y ya ni a mí me encuentro.
No quiero oír palabras
con un extraño acento,
ni ver otra mirada
que la suya, lo siento.
Palpar quiero su zurda
en apretón sincero,
mientras lanzan los labios
las risas del encuentro.
Y sentirme inquirido
con palabra serena,
sobre cuanto ha ocurrido
de una escena a otra escena.
Y notar el reflejo
de un corazón gemelo,
sin temor de tipejo,
con valor, sin recelo.
La dirección es una,
uno sólo el anhelo,
dos para conquistarlo,
tres, por mayor esfuerzo.
No murmuréis sus faltas,
porque no os lo consiento.
Bastante las conozco...
bastante las recuerdo.
...
¡He visto a mi amigo!
¡Que sí, que lo he visto!
¡Que sí, que se ha ido!
Pero me ha dejado...
Pedro Casas Serra (05-1965)
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