NATALIA Y GRAZALEMA
Natalia era una amiga de mi madre que veraneaba como nosotros en Lloret de Mar. Ella pasaba muchos días en cama, y a mí me dijeron que padecía la enfermedad del sueño porque la había picado la mosca tse-tsé. Yo fantaseaba con ello, que la convertía para mí en un ser extraordinario.
Cuando iba a visitarla, Natalia me recibía en su dormitorio acostada en su cama, donde yo me sentaba a sus pies y ella me contaba unas historias bellísimas que eran los argumentos de óperas que había visto. Natalia era para mí como un hada buena. Su marido, un empresario importante, cuando se le descubrió una amante, sintió tal vergüenza que se metió en su coche, donde permaneció varios días.
Grazalema era una señora que también veraneaba en Lloret de Mar. Supongo que sería socia del Club Náutico, donde se reunían las veraneantes para jugar al bridge todas las tardes, mientras sus maridos estaban en Barcelona trabajando. Ellos solo venían los fines de semana. Un verano, Grazalema organizó un espectáculo infantil que se celebró en el cine del pueblo. Durante las días previos vi como se preparaban cuidadosamente los disfraces que se habían de utilizar en el evento. Conservo una fotografía en que se ve un grupo de niños sobre el escenario vestidos de escoceses. Aún guardo el gorrito en el armario.
Pedro Casas Serra
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