LAS TRES MARÍAS
Se llamaban Marilín, Marité y Maribel. Eran tres bellas jóvenes que se habían conocido en una residencia para señoritas de Barcelona y poco después habían decidido alquilar un piso para disfrutar de más independencia.
Marilín y Marité habían terminado la carrera de Derecho y sacado una oposición a Letradas de la Seguridad Social siendo destinadas a la delegación de Mutualidades Laborales de Barcelona, por lo que se habían trasladado a vivir allí, pues Marilín era hija de un funcionario de la Comisaría de Abastos de Alicante y Marité de un pequeño empresario de Elche.
Maribel era hija de un empresario de Valencia, de donde había marchado al acabar un noviazgo, escapando de una madre posesiva, y con la intención de finalizar sus estudios e independizarse. Estudiada Derecho y trabajaba como administrativa también en Mutualidades Laborales.
Las tres disfrutaban de su libertad para salir con quien quisieran y utilizaban diferentes sistemas para captar su atención: Marilín era muy expresiva y abría mucho los ojos al hablar, Marité levantaba su hombro izquierdo mientras apartaba de su cara su larga cabellera y Maribel subía y bajaba continuamente la cremallera de su jersey.
Tenían un sistema para alejar a los moscones que las importunaban. Si recibían a uno en su salón, entraba una y decía: ¿Sabéis dónde he dejado las píldoras? Y las otras dos le contestaban: Sobre todo no te olvides de tomarla.
Casi a la vez, Marilín se ennovió con José Antonio, un turolense profesor de Formación Profesional; Marité con Manuel, un ingeniero hijo de un coronel de la Guardia Civil que yo le había presentado al haber coincidido en un curso de ESADE; y Maribel conmigo que entonces trabajaba de abogado en una constructora.
Las tres parejas lo pasamos muy bien en el aquel piso del barrio de Gracia y con poca diferencia nos casamos las tres. Entonces éramos felices.
Pedro Casas Serra
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