sábado, 5 de octubre de 2024

2020-11-05 A RICARDO SERNA

2020-11-05 A RICARDO SERNA*


¿Hay ciruelos en flor, quedan violetas?

ANTONIO MACHADO


Ricardo, compañero,

¿sonríe la mañana

en ese cielo añil al que has llegado

saliendo de tu tierra? En esta plaga

de la pandemia, nos vendrá el invierno

tan gélido y amargo, ¡no se acaba!


¿Lucen en tus riberas

árboles, verdes alas?


¿Campos de primavera están quizás

llenos de flores entre las retamas?


¡Cómo nos gustaría ver el día

en que finalizara esta amenaza!


¿Te acogen dulces sueños

cuando vas a la almohada

y el sol resplandeciente

con su aliento te llama?


Por nuestros andurriales

no repican campanas.


Ya no hay niños corriendo

ni lindas chicas llenan las terrazas,

ni personas que van a sus negocios

con ilusión de abrir, ni muchachada

que en los colegios siga la lección.


¿Dices versos de amor? ¿Tejes guirnaldas?


Ángeles sanitarios, atenciones

por esta Covid, bajo batas blancas,

nos prodigan. Ricardo, compañero,


¿oyes alegre el canto de las hadas?


Con las primeras luces

y los primeros versos de tu alma,

en la mañana azul, desde lo alto

del alto azul, déjanos tu mirada…


* Este poema sigue la estructura del poema de Antonio Machado, “A José María Palacio”

 

Pedro Casas Serra

 

2020-10-27 COVID-19: UN SUEÑO

2020-10-27 COVID-19: UN SUEÑO

En una guerra, un soldado entra en una ciudad y mata a toda la gente que encuentra a su paso; después, penetra en una casa, mata a sus moradores, y en la última habitación, halla a un niño pequeño al que hunde una daga en el pecho dándole por muerto. Pero el niño, que no está muerto, creyendo que es un juego, se saca la daga y se la clava al soldado en el corazón. Mueren los dos abrazados.

 Pedro Casas Serra

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jueves, 3 de octubre de 2024

2020-03-01 a 2020-04-12 RECUERDOS DURANTE EL CONFINAMIENTO: EL CURA SANA

EL CURA SANA

Yo nací muy cabezón, tanto, que al sacarme a pasear en el cochecito, cuando le preguntaban a mi madre el tiempo que tenía, todo el mundo se sorprendía de lo grande que estaba para mi edad.

Sería porque el tamaño de mi cabeza que, cuando empecé a andar, me caía a menudo y me hacía muchos chichones. Entonces me ponía a llorar, pero mi madre tenía un remedio infalible: me soplaba donde me dolía, me besaba allí, y me cantaba: Cura sana, cura sana, patita de rana, si no curas hoy, te curarás mañana.

Pedro Casas Serra

miércoles, 2 de octubre de 2024

2020-03-01 a 2020-04-12 RECUERDOS DURANTE EL CONFINAMIENTO: NATALIA Y GRAZALEMA

NATALIA Y GRAZALEMA

Natalia era una amiga de mi madre que veraneaba como nosotros en Lloret de Mar. Ella pasaba muchos días en cama, y a mí me dijeron que padecía la enfermedad del sueño porque la había picado la mosca tse-tsé. Yo fantaseaba con ello, que la convertía para mí en un ser extraordinario.

Cuando iba a visitarla, Natalia me recibía en su dormitorio acostada en su cama, donde yo me sentaba a sus pies y ella me contaba unas historias bellísimas que eran los argumentos de óperas que había visto. Natalia era para mí como un hada buena. Cuando a su marido, un empresario importante, se le descubrió una amante, sintió tal vergüenza que se metió en su coche, donde permaneció varios días.

Grazalema era una señora que también veraneaba en Lloret de Mar. Supongo que sería socia del Club Náutico, donde se reunían las veraneantes para jugar al bridge todas las tardes, mientras sus maridos estaban en Barcelona trabajando. Ellos solo venían los fines de semana. Un verano, Grazalema organizó un espectáculo infantil que se celebró en el cine del pueblo. Durante las días previos vi como se preparaban cuidadosamente los disfraces que se habían de utilizar en el evento. Conservo una fotografía en que se ve un grupo de niños sobre el escenario vestidos de escoceses. Aún guardo el gorrito en el armario.

 Pedro Casas Serra

martes, 1 de octubre de 2024

2020-03-01 a 2020-04-12 RECUERDOS DURANTE EL CONFINAMIENTO: LAS TRES MARÍAS

LAS TRES MARÍAS

Se llamaban Marilín, Marité y Maribel. Eran tres bellas jóvenes que se habían conocido en una residencia para señoritas de Barcelona y poco después habían decidido alquilar un piso para disfrutar de más independencia.

Marilín y Marité habían terminado la carrera de Derecho y sacado una oposición a Letradas de la Seguridad Social siendo destinadas a la delegación de Mutualidades Laborales de Barcelona, por lo que se habían trasladado a vivir allí, pues Marilín era hija de un funcionario de la Comisaría de Abastos de Alicante y Marité de un pequeño empresario de Elche.

Maribel era hija de un empresario de Valencia, de donde había marchado al acabar un noviazgo, escapando de una madre posesiva, y con la intención de finalizar sus estudios e independizarse. Estudiada Derecho y trabajaba como administrativa también en Mutualidades Laborales.

Las tres disfrutaban de su libertad para salir con quien quisieran y utilizaban diferentes sistemas para captar su atención: Marilín era muy expresiva y abría mucho los ojos al hablar, Marité levantaba su hombro izquierdo mientras apartaba de su cara su larga cabellera y Maribel subía y bajaba continuamente la cremallera de su jersey.

Tenían un sistema para alejar a los moscones que las importunaban. Si recibían a uno en su salón, entraba una y decía: ¿Sabéis dónde he dejado las píldoras? Y las otras dos le contestaban: Sobre todo no te olvides de tomarla.

Casi a la vez, Marilín se ennovió con José Antonio, un turolense profesor de Formación Profesional; Marité con Manuel, un ingeniero hijo de un coronel de la Guardia Civil que yo le había presentado al haber coincidido en un curso de ESADE; y Maribel conmigo que entonces trabajaba de abogado en una constructora.

Las tres parejas lo pasamos muy bien en el aquel piso del barrio de Gracia y con poca diferencia nos casamos las tres. Entonces éramos felices.

Pedro Casas Serra

2020-03-01 a 2020-04-12 RECUERDOS DURANTE EL CONFINAMIENTO: VICTORIA

2020-03-01 a 2020-04-12 RECUERDOS DURANTE EL CONFINAMIENTO: VICTORIA

Victoria es mi hermana, dos años mayor que yo. Cuando vivíamos en Madrid, yo iba a un colegio de los hermanos de la Doctrina Cristiana (Nuestra Señora de las Maravillas) y ella a un colegio de monjas francesas, Soeurs de Saint Joseph de Cluny, que radicaba en un viejo palacete de La Castellana, muy cerca de la calle General Martínez Campos donde vivíamos.

Victoria era una niña muy simpática, lista y habilidosa. Por entonces tenía doce años y se había inventado un himno que cantaba a menudo: “Viva yo, viva yo y mueran todos los demás”. No sugiero con esto que fuera egoísta, no, solo que era muy vitalista, le gustaba exprimir la vida al máximo.

En su colegio, mi hermana caía muy bien a todas las monjas y yo me beneficiaba de ello. Una vez al año organizaban, en los jardines de la residencia, una feria de atracciones, que era una pasada, y un día a la semana, proyectaban una película, con una vieja cámara de 8 mm., en el salón del edificio -que también hacia de capilla y de sala de actos. A mí, como un favor especial, me permitían asistir rodeado de niñas y de monjas.

Como he dicho, Victoria era muy apreciada por las soeurs, que la hicieron presidenta de las Hijas de María, la congregación mariana del colegio. Con esta ocasión, Victoria tenía que pronuniar un discurso y terminar dicieno: “Antes morir, que pecar”. Se lo preparó a conciencia y al acabar el acto, desde el estrado, tras leer su discurso, con la solemnidad requerida, gritó a pleno pulmón: “Antes pecar, que morir”. 

Pedro Casas Serra