miércoles, 25 de septiembre de 2024

2020-03-01 a 2020-04-12 RECUERDOS DURANTE EL CONFINAMIENTO: DAIRA

DAIRA

En una época difícil de mi vida, aconsejado por mi tío Miguel que había sido cazador, me compré una perra de caza de la raza Springer Spaniel, blanca con manchas de color hígado y grandes orejas colgantes que se agitaban con encanto cuando corría, a la que llamé Daira. Durante once años, Daira y yo no nos separamos nunca, pues iba conmigo a todas partes. A través de ella conocí mucho mejor la naturaleza y la sabiduría con que dota de instinto a los animales.

En una ocasión, encontrándome en el Rincón de Ademuz, un enclave valenciano en la provincia de Teruel, donde había ido a ver a mi hija Escarlata que convalecía de una hepatitis en un balneario, como las visitas a mi hija me dejaban mucho tiempo libre, aparqué el coche en el arcén de la carretera y me adentré con Daira en el bosque. A Daira le volvían loca estos paseos. Mientras que yo procuraba seguir algún camino, ella, que iba suelta delante, zigzagueaba oliéndolo todo, de manera que recorría tres veces más terreno que yo. Llevábamos mas de una hora caminando cuando el cielo empezó a nublarse y a amenazar tormenta. Daira se puso muy nerviosa, por lo que le puse la correa para volver juntos al coche. Tan pronto la tuvo puesta, empezó a tirar con mucha fuerza y, repasando cada piedra, cada árbol y cada matorral que había hecho a la ida, deshaciendo exactamente el camino, me llevó sano y salvo al coche antes de que empezara a llover.

En otra ocasión, encontrándonos acampados en la Costa Brava, por la mañana nos bañamos en el mar y al llegar la noche, nos metimos los dos en la pequeña tienda con cubeta que había traído para dormir. Al poco rato, fui despertado por Daira que, muy agitada, quería salir de la tienda. Yo no quería dejarla salir, y ella que sí... y yo que no... Así, andamos un buen rato. Finalmente, el pobre animal llegó a un punto en que, no pudiendo más, arrojó todo lo que llevaba dentro, probablemente a causa de la indigestión que le había provocado tragar agua del mar durante el baño. No hace falta decir que yo fui quien tuvo que limpiar todo después.

Pedro Casas Serra

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