lunes, 12 de diciembre de 2022

Sobre la poesía, mis poemas y otras cosas 253 (mis comentarios en airesdelibertad.com)

Cuidado con decir: hoy la poesía es así o hoy la poesía es asá (será en todo caso la poesía que a ti te gusta o la poesía has elegido practicar). El mundo globalizado en que nos hallamos ha acabado con esto: hoy se escribe a la vez en todas las formas poéticas posibles, es lo que ha tenido de bueno la globalización, ha restado importancia a círculos, grupos, escuelas, localismos, nacionalidades, idiomas... Hoy tenemos a nuestra disposición un auténtico pupurri poético en el que elegir. Digamos mejor que hay poesías buenas, otras menos buenas y otras malas, a criterio de cada cual. Sin duda la identificación con su época es un buen síntoma para una poesía, pero su clasificación definitiva la dirá el tiempo, su perduración en el tiempo. Una forma de dar ritmo a un poema es la del pensamiento. Pero es evidente que el pensamiento se puede expresar con ritmo o sin él y que es difícil lograr ese ritmo de pensamiento. El principal problema es que la poesía que evita cualquier otra forma de alcanzar a tener ritmo, lo logre por solo el desarrollo de la idea, del pensamiento. Es muy difícil y pocos lo logran. Ningún poeta que se precie desconoce la métrica, sea para seguirla o para innovarla. No conozco ningún caso de ignorancia de la métrica entre los grandes poetas, equivaldría a que cualquier artista ignorara la tradición en su arte. A mí, todo lo que sé, me lo ha enseñado alguien (y muchas cosas los compañeros de este foro).

Mi Jornada https://sientopasareltiempo.blogspot.com/2016/08/mi-jornada.html El poema no va de rutina, va de soledad, y cuando ésta llega, las enseñanzas positivas recogidas son cuanto nos acompaña. Es cierto que soy metódico, aunque no hasta ese extremo del poema, que refleja un momento en que la rutina es lo único que te sostiene. Las rutinas y el contacto con la naturaleza, con lo primordial, a través de una perra, facilitan a veces vivir. La inactividad ahonda el sufrimiento. Cuando hay amor, no hay soledad. La poesía nunca es real, siempre es mítica, porque como mínimo el espacio temporal es otro. O sea que que existe la realidad, el poema y su lectura, de manera que sus interpretaciones son infinitas. Los poemas siempre son mentira porque como mínimo hablan de una realidad ya pasada y más o menos asimilada. Este habla de la red que impide la caída en el vacío. Muchas veces no elegimos la vida que vivimos y a veces la sobrevivimos como podemos. El poema habla de las rutinas en cuanto soporte que nos impide caer en el vacío. Las rutinas no son ni buenas ni malas, depende del momento, de la circunstancia. Todo poema es una invención, como mínimo porque se escribe cuando las cosas ya no están ocurriendo, es un producto de su reelaboración. En este caso, la reinvención es mayor aún, dado la antigüedad del poema. Este poema, como todos a la larga, va formando el mito que vamos forjando sobre nosotros mismos. De la rutina puede interesar escapar o acogerse, depende de si son barrotes o red. Las rutinas conforman un día a día, que en ocasiones pueden hacernos más llevadero. Fue Kant aquel de quien se decía que era tan metódico que las gentes ajustaban sus relojes cuando pasaba frente a sus casas. Hay a quienes nos gustan nuestras rutinas porque las hemos elegido voluntariamente y disfrutamos con ellas. Además, la rutina es necesaria para cualquier labor creativa. La rutina puede convertirse en un agarradero ante la inseguridad, aunque también en un refugio ante la desgracia. Soy consciente de que éste es un poema en gran parte fallido. Principalmente porque peca de prosaismo. Pero además, porque no logra transmitir al lector el estado de ánimo que lo motiva. Es importante darse cuenta de la felicidad cuando se tiene y disfrutarla. (Cuando escribí el poema yo no era feliz sino profundamente desgraciado.) Los tres versos: Vuelvo a casa, veo un rato la tele, / voy a cenar con mi perra, / vuelvo a casa, veo un rato la tele, pretenden resaltar con su absoluto prosaismo (debido a que en ellos se abandona el ritmo endecasilábico del resto del poema) y su perfecto paralelismo (recurso esencial en el verso libre, llevado aquí al extremo: la repetición), la total y absoluta monotonía de la vida que se relata, vienen a ser la gota que colma el vaso. Son los únicos tres versos en que se corta el esquema rítmico endecasilábico del resto del poema, y eso el lector lo nota en la lectura, que se le atraviesa. ¡Métrica! La métrica nos acompaña siempre a los poetas, bien sea de forma instintiva o consciente, quieran o no, porque sin métrica no hay poesía. El conocimiento de la métrica es imprescindible para crecer en poesía acrecentando nuestros recursos poéticos y además nos proporciona a los poetas la jerga con que entendernos al hablar de poesía.

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