martes, 22 de noviembre de 2022

Sobre la poesía, mis poemas y otras cosas 233 (mis comentarios en airesdelibertad.com)


Si todo sexo no es hijo del amor, que no lo sea al menos de la imposición.

La realidad forja los cuentos y los cuentos ordenan la realidad.

Tropezamos en la misma piedra hasta que lo advertimos. Entonces empezamos a tropezar en otra.

Socorrer a los pasajeros de las pateras a la deriva es una cuestión de humanidad; mejorar la situación de amplias zonas del planeta para que no hagan falta pateras, de justicia.

Suerte que tenemos "inadaptados" que contribuyen a que el mundo evolucione.

Parece que los tiempos de las trascendencias, de las verdades absolutas, de los dogmatismos, han quedado lejos, y nos movemos entre verdades pequeñas, inseguros, agarrados a los afectos más elementales.

Mi árbol  https://sientopasareltiempo.blogspot.com/2021/04/mi-arbol.html El amor desinteresado es sin duda el más excelso. Los árboles nos dan ese amor y yo creo que existe comunicación con ellos. Todo lo que está vivo experimenta sentimientos aunque cada uno a su manera. Es el amor gratuito el que nos insufla vida cada día. Nos dicen que han tenido que cortar unos árboles porque estaban enfermos, porque amenazaban caer, porque tienen que realizar unas obras... y sin ellos el paisaje ya no es el mismo, nos falta algo. Todo lo que un día amamos y desaparece deja una huella en nuestra memoria. No elegimos nosotros la poesía, la poesía nos elige. El tema no responde a mi elección, sino que es el resultado del impacto que me ha producido. Cuando algo que amamos muere, muere parte de nosotros. El poema por su tema luctuoso sería un planto, por su forma una copla y por su intención una saeta. Yo creo que las habilidades las heredamos; la mía por el dibujo supongo que de mi abuelo materno, inventor de maquinaria textil; la literaria, por mi padre que me escribía largas cartas. Los tiempos buscan la rapidez en los resultados y muchas cosas requieren su tiempo. En los sueños se mezclan las realidades, las propias con las ajenas, resultando un tapiz de sentimientos. En los sueños todo puede ocurrir y en los poemas también, por eso necesitamos de ambas cosas. Una poeta que conozco (Marian Raméntol) habla del peso de las palabras: que cada palabra tiene un peso (una fuerza) y un lugar que ocupar en el poema, También tienen su lugar los silencios (espacios en blanco). El poema es sencillo, lo forman tres frases, pero la insistencia con que se repiten con distinta colocación sus palabras, quiere transmitir la idea de una tensión emocional que produce una expresión repetitiva, un balbuceo. Últimamente no escribo nada, me dedico más a pintar acuarelas, lo que me resulta más relajante. Creo que la producción poética no se puede forzar, responde más a una necesidad de expresión, un grito del alma. Pero las imágenes de la destrucción de la naturaleza (en los bosques de la Amazonía como en todos los mares...) ocasionada por la irreflexión y el afán de lucro humanos, sin duda produjeron un fuerte impacto en mí, y en la duermevela (que es cuando acostumbro a escribir), mezcladas estas imágenes con otras mías personales, como acostumbra a suceder en los sueños, surgió este poema como un grito de duelo, de pérdida, me sentía ese árbol. Se dice que cuando lloramos a algo o a alguien, lloramos por nosotros mismos y creo que es verdad. En un crucero que hice por el Rhin me impresionó ver como conservan el recuerdo de la destrucción ocasionada por la guerra: siempre da más sombra el árbol en el recuerdo. Yo creo que los árboles son nuestros mejores amigos y que con su sola presencia son capaces de elevar nuestro espíritu. Yo al menos entre árboles me encuentro muy a gusto. Casi todos hemos sufrido la amputación de algo querido, cuyo ausencia nos entristece. Hay que verlo como el lamento por una pérdida que echamos en falta y no tiene remedio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario