Sobre la poesía, mis poemas y otras cosas 232 (mis comentarios en airesdelibertad.com)

 Dejadme ser poeta aunque eso no tenga ninguna utilidad social. Sin embargo la poesía ayuda a vivir (y a morir) como nos recuerda el epígrafe de Manuel Altolaguirre: Parece que mi destino /
es el de vivir soñando. / A vida que toda es sueño / la muerte no le hará daño.

Lo mágico del amor es que siempre es nuevo, no envejece nunca.

Como en las esculturas de Subirachs, todo no es sino el molde vacío de lo que pudo ser.

La ciudad no es la misma, nosotros no somos los mismos, lo recuerdos tampoco...

La poesía nos ilumina el camino.

Vivimos entre luces y sombras: la luz nos sirve para iluminarnos, la sombra para saber donde está la luz.

El misticismo es la fusión con el otro; lo erótico y lo místico van de la mano.

Creer o no creer en Dios no es motivo de desesperanza, ni hace a la vida mejor ni a las personas mejores.

Los poetas hablan de su propia muerte y lo hacen con belleza, y sus versos nos los devolverán a cada nueva lectura.

Leer a Mario Quintana es como beber un vaso de agua fresca.

El sabio es humilde y quien lo descubre, inteligente.

Hacer a Dios causante de fortunas o desgracias, de alguna manera resta responsabilidad a la sociedad que somos todos.

En cada uno está el principio de todo, de lo bueno y de lo malo.

El único cielo que existe se encuentra en el pasado.

Para que se duerman los recuerdos se han de despertar las ilusiones.

Es la hora de la poesía, del resplandor de las imágenes.

Navegamos entre turbulencias y que hasta el final suene la música.

Quizá el alma de las flores sea su aroma, como la del idioma la poesía.

La poesía es el grito más profundo y hay que estar atento a todo grito.

Hay instantes en los que todo está bien.

“Amor enamorado”: El enamoramiento y el amor son dos cosas distintas, el primero la llama, el segundo las brasas, por eso juntar las dos cosas es lo máximo.

La felicidad es un pájaro que vuela.