DIOS BONDADOSO
Dios
bondadoso
que
conocemos por terceros
y
eres asidero de desgracias,
hiciste
a Eva compañera de Adán
-
fuiste bueno en esa ocasión.
Porque
Adán ya tenía
por
casa el Paraíso,
sus
necesidades cubiertas
y la
compañía de todos los animales.
Pero
estaba solo
y a
lo mejor, para distraerse,
hablaría
con su reflejo en el agua
o
escucharía el eco de su voz en la montaña.
Lo
tenía todo:
situación,
vivienda, confort,
automóvil,
velero, vacaciones en Hawai,
empleo
fijo, pensión de jubilación...
Pero
estaba solo
y
aburrido
y
había perdido el interés
por
lo que tenía,
quizá
porque necesitaba
que
lo tuvieran a él.
Y
tú, Dios
-
fuiste bueno en esa ocasión -
le
diste a Eva
formada
de una de sus costillas.
La
hiciste de él mismo,
de
su propia materia,
para
que la sintiese más suya
y
necesitara más unirse a ella.
Ahora
es diferente,
el
mundo está repleto
de
cuerpos sin costilla y de costillas sueltas
- es
un verdadero maremágnum -
y
cada cual, como puede,
busca
el trozo que le falta de su puzle.
Por
eso yo te pido,
Dios
- que a veces eres bueno -:
¿No
habría manera de señalar las piezas,
numerarlas,
marcarlas,
buscar
algún sistema de identificación
que facilitara emparejarlas?
Pedro Casas Serra (25-06-1992,03)
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