COCÓ
Para David Baena
Cocó está cada día más amigable.
A Juan Ramón ya no le pica.
Cuando por las mañanas le ofrece el dedo
para llevarlo a la ducha,
echa a volar
y se esconde bajo los muebles un buen rato
hasta que se deja coger.
Es un juego.
Se han acabado los trocitos de galleta
en el desayuno
y alguna que otra exquisitez
en las comidas.
Desde que solo come lo suyo
y se le vaporiza
con agua con vinagre de manzana
- como nos dijo David, su veterinario -
su plumaje ha recuperado
la brillantez de sus colores.
Por la tarde, cuando se le lleva
a pasear por la casa
por su artrosis,
va tan contento
y curiosea por los rincones.
Ya no le da miedo dejar su jaula.
Y si en nuestra ausencia
un ruido le asusta
y sale despedido de ella,
al regresar lo encontramos
subido al sofá
- tan pancho.
Esta noche he soñado
que oía ruido
y me lo encontraba
casi sin plumas en una ala
y comiendo con fruición
un trozo de camembert.
No había forma
de que lo soltara del pico.
Pedro Casas Serra (07-07-2017,01)
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