LLANTO
SOBRE EL RHIN
........................I
¿No
oís sus voces? Suenan airadas
apagando
el eco de vuestras canciones.
Vienen
en tropel, de todas partes
surgen
emergiendo del lodo.
Mientras
los días transcurren placenteros
acecha
el monstruo y de sus fauces
brotan
llamas que abrasan.
Miras
y no ves sino desesperación.
¿Valía
la pena tañer campanas?,
¿las
palabras solemnes?, ¿los himnos marciales?
Los
jardines con cruces no contestan,
con
su dulce silencio resignado.
Si
aún te quedan fuerzas, acércate al río,
métete
en el agua, hunde tu cabeza
y
reza una oración,
así
probablemente conocerás la respuesta.
........................II
He
visto saltar las techumbres
entre
truenos de bombas y rojas llamaradas,
y a
las gentes, como chinches,
abandonar
sus casas.
Hoy
suenan de nuevo las campanas
y
enamorados enlazados
me
contemplan: arcángel
al
que un arzobispo anidó en su torre.
Cualquier
día me echaré a volar,
yo
también necesitado de otro
que
imagino me aguarda
al
otro lado del pináculo.
También
yo necesito de su sangre
y de
que sacie sus apetitos en mí,
mordisqueándome
las alas
hasta
alcanzar el orgasmo.
........................III
El
río transcurre placentero
arrastrando
indolente las barcazas,
entre
viejos castillos
que
ríen desdentados su soberbia.
Él
da la razón a los niños
que
chapotean desnudos sus orillas,
y a
los enamorados que bajo los sauces
tienden
mantas sobre las que yacer.
¡Que
no crezcan esos niños dorados
que
aparecen y desaparecen entre sus aguas!
¡Que
no cesen los amantes en sus juegos!
¡Que
no pase el tiempo!
Pues
recordad esos días odiosos
en
que bajo las botas
temblaban
los puentes,
y
aun las piedras lloraban.
Pedro
Casas Serra (11-08-2003)
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