LA BODA DE LOS PRÍNCIPES
Por
razones de Estado
habían
de casarse
un
príncipe y una princesa.
Como
no se conocían
hicieron
reunirse
a su
paje y su doncella.
-
Mi Señora es delicada como una flor,
y
a la mano que la acaricia,
le
procura su fragancia.
- Mi
Señor es fuerte como un roble,
bajo
su inmensa copa
todos
hallan protección.
-
Mi Señora es un blanco cisne,
por
su elegancia y belleza
destaca
entre todas las mujeres.
- Mi
Señor es un toro de lidia,
si
le provocan embiste,
si
le dejan tranquilo pace.
-
Mi Señora aprecia los perfumes,
el
tacto de las sedas,
el
sabor de los dulces.
- Mi
Señor gusta de la caza,
la
leche fermentada,
la
fruta silvestre.
-
Mi Señora disfruta con la música,
las
veladas de teatro,
las
sesiones de danza.
- Mi
Señor se levanta al alba,
y
acompañado de sus perros
inicia
largas marchas por el monte.
-
Mi Señora tiene los pies pequeños
y
también las manos y la cintura,
recuerda
en todo a una figurita de porcelana.
- Mi
Señor tiene el cuello grueso
y
fuertes los pies y las manos,
se
asemeja en todo a una escultura griega.
-
Mi Señora es amante de escuchar historias,
tejer
tapices,
cantar
acompañada del laúd.
- Mi
Señor aprecia la compañía de los soldados,
el
buen vino,
los
juegos y las chanzas.
Cuanto
más abundaban en razones
más
veían el paje y la doncella
las
diferencias entre sus amos.
Y
pasaron a examinar
aquellos
aspectos de su intimidad
que
dada su confianza conocían.
-
A Mi Señora le gusta ser festejada
y
no rinde sus favores
sino
tras largo asedio.
- A
Mi Señor le gusta que lo obedezcan
y no
acepta negativa
por
respuesta.
-
Mi Señora requiere miramiento,
sutileza
en la aproximación,
suavidad
en el trato.
- Mi
Señor es directo y osado,
mejor
que con la boca habla con las manos
que
se apoderan de lo que a su vista apetece.
-
Mi Señora gusta oír palabras bellas,
notar
miradas dulces,
sentir
abrazos tiernos.
- Mi
Señor aprecia que alaben su hombría,
se
plieguen a su fuerza,
reconozcan
su valor.
-
Mi Señora necesita que la acaricien
de
la cabeza a la los pies,
para
abrirse al deseo.
- A
Mi Señor, para sentir deseo
le
basta con un olor
que
despierte su instinto.
-
Mi Señora queda insatisfecha
si
la acción se adelanta a su deseo
y
aborrece a quien así la trata.
- Mi
Señor sufre decepción
si
la acción y el deseo son breves
y
aburre a quien se la produce.
Así
hablaban los dos emisarios
preocupados
por las diferencias
que
separaban a sus amos.
En
este punto calló el paje
y
tras largo silencio
dijo
a la doncella:
Nuestros
Señores no pueden ser más diferentes
pero
su unión es necesaria
pues
razones de Estado la aconsejan.
Mucha
será la infelicidad
que
esta unión
traerá
a sus corazones.
¡Suerte
tienen de tenernos a nosotros
que
al conocerlos tan bien y quererlos tanto
les
serviremos de consuelo!
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