MONÓLOGO DEL HOMBRE QUE LEVITA
Es
una suerte
poder
levitar
circunstancialmente.
Existen
antecedentes:
los
magos
de
los circos
y
los ermitaños aeropagitas
de
la antigüedad.
Primero
fue
comprarme
un canario
y
oír arias de ópera
en
la radio.
Y un
día
al
salir de casa
olvidé
los zapatos.
¡No
los olvidé!
¡No
los necesitaba!
Adiós
suciedad,
colillas,
papeles,
escupitajos,
cáscaras de fruta.
Y
también
pisotones,
zancadillas
y
empujones.
La
señal “No pisar el césped”
ya
no tiene sentido
para
mí.
Pero
ahora
no
sé si seguir
porque
la tierra
en
las fotos desde los satélites
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